SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 11 de abril de 2016

Soy HIPOCONDRÍACO y me invento enfermedades, ¿hay terapias imaginarias para dolencias imaginarias?


Los hipocondriacos representan el 5%-9% de la población y consumen el 10%-20% de los recursos sanitarios, pero hasta ahora no se sabía bien cómo tratarlos. La terapia cognitiva, según una reciente investigación, puede ayudar a evaluar y cambiar sus ideas distorsionadas sobre las enfermedades. Algunos fármacos son otra posible opción.

Los investigadores han descubierto que la hipocondría, que afecta a hombres y mujeres por igual, parece tener más probabilidades de desarrollarse en personas con ciertos rasgos de personalidad. Los neuróticos, los autocríticos, los introvertidos y los narcisistas parecen especialmente tendentes a sufrir temores hipocondríacos, explica Michael Hollifield, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Nuevo México, en EE UU.


Hasta dos tercios de los hipocondríacos presentan además otros trastornos psiquiátricos. Los estudios indican que el 40% sufre depresión grave; entre el 10% y el 20%, un trastorno de pánico; del 5% al 10%, un trastorno obsesivo compulsivo, y algunos padecen un trastorno de ansiedad generalizada.


Tras seis sesiones de 90 minutos, el estudio descubrió que el 55% de los 102 participantes eran más capaces de realizar tareas, conducir e involucrarse en actividades sociales. Otros estudios indican que los fármacos antidepresivos también están resultando eficaces. "Tenemos la esperanza de que, con tratamientos eficaces, el diagnóstico de hipocondría resulte una cuestión más aceptable y menos risible, o menos causa de vergüenza", afirma Arthur J. Barsky, director de investigación psiquiátrica del hospital Brigham and Women's de Boston y principal autor del estudio sobre la terapia cognitiva, publicado en marzo en The Journal of the American Medical Association.


ANSIEDAD POR LA SALUD

Para los médicos no es fácil tratar a los hipocondriacos. El mero hecho de mencionarle la hipocondría a un paciente, afirma Arthur Barsky, puede causar problemas. "Es como si uno le estuviera diciendo que está fingiendo, que se hace el enfermo, que todo está en su cabeza", dijo. "Es tremendamente peyorativo". Como resultado, algunos expertos han insinuado que los médicos abandonen por completo la palabra y la sustituyan por ansiedad por la salud, que tiene menos connotaciones negativas.
La lógica está en que, si un cambio de nombre puede permitir a más pacientes aceptar su problema, quizá más pacientes busquen tratamiento al mismo. La terapia cognitiva, como demuestra el estudio de Barsky, ha resultado sorprendentemente eficaz para ayudar a los pacientes que ven en cada molestia y en cada dolor un presagio de desastre.

En el estudio, los pacientes cuya fijación por la enfermedad había interferido enormemente con su vida diaria no vieron desaparecer sus síntomas, pero aprendieron a prestarles mucha menos atención.
La terapia les enseñó a reexaminar sus suposiciones acerca de los síntomas. "Hablamos con los pacientes sobre la posible explicación que daban a sus dolores de cabeza, a su tensión o a su falta de sueño", dijo Barsky. Los terapeutas, entre los que había psicólogos, trabajadores sociales y enfermeros, también convencieron a los pacientes de que suspendieran temporalmente la forma en que normalmente se tranquilizaban, como buscar información en Internet, tomarse el pulso o la presión arterial, y pedir cita con el médico.

La complejidad del problema implica que "hay que trabajar con los médicos de atención primaria", afirma Barsky, "porque la hipocondría también afecta al médico".


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