“TIZA y CARBON,
el Peronismo
en las paredes”
Este fue el lema de la muestra organizada por el Honorable Concejo
Deliberante de Merlo para recordar un antes y un después del 17 de octubre de
1945.
En el Distrito de Merlo se conmemora
apasionadamente el Día de la Lealtad , en el que se
recuerda cómo miles de hombres y mujeres obreros , marcharon a Plaza de Mayo
para reclamar en forma pacífica la liberación del entonces coronel Juan Domingo
Perón, que se encontraba preso en la isla Martín García, y marca el nacimiento
del peronismo como movimiento.
Un poco de historia
para los más jóvenes: "Era el
subsuelo de la Patria
sublevado",
interpretó Raúl Scalabrini Ortiz el trueno popular del 17 de Octubre de 1945.
Buenos Aires, refinada y culta, reflejada en el espejo y el hogar de Europa,
observaba impávida el espectáculo de una masa que reclamaba a gritos su ingreso
definitivo al libro entonces en blanco de la evolución política. Las extensas y
compactas caravanas de obreros recorrían los barrios desde las ciudades y
pueblos fabriles del Gran Buenos Aires y la Capital Federal.
Los peronistas somos alegres y trabajadores, recalco el Jefe comunal de Merlo. |
El sol jadeaba, se quemaba en sí mismo y caía a
plomo sobre la Plaza
de Mayo, como el coronel de la voz inconfundible prometió quemarse en una llama
épica apenas dos años antes, cuando anunció -el 2 de diciembre de 1943, al
asumir como secretario de Trabajo y Previsión-, "el inicio de la era de la
política social argentina".
Un pueblo a la deriva se debatía entre la
marginalidad, la miseria y la desesperación. Una Nación permanecía en el
letargo. Era preciso sacudir la modorra. Todo estaba preparado para consumar un
nuevo fraude. Propietarios de ingenios, de obrajes, banqueros y ganaderos
organizaron de forma meticulosa la sucesión de Ramón Castillo, integrante del
rancio conservadurismo local.
El sacudón llegó con las primeras luces de
junio de 1943. La revolución tenía un ideólogo, un mentor, un profeta que
permanecía a la espera. Perón tenía un claro proyecto político y una inédita
cosmovisión de los problemas argentinos. La tarea social desplegada desde
Trabajo y Previsión -anacrónico y antiguo Departamento del Trabajo- cosechó sus
frutos dos años después.
El Ejército, al mando del general Eduardo
Avalos, interpretó que Perón "hacía y deshacía" y que su poder ya
"no tenía límites". Sobrevino entonces una conspiración interna para
inhumar la obra de transformación social emprendida. La partidocracia toda
asistía horrorizada al espectáculo del romance surgido entre Perón y la raíz de
la tierra. Ello dividió claramente las aguas. Los partidos tradicionales,
aglutinados luego en la
Unión Democrática , presionaron. Reclamaban "elecciones
libres" que nunca ofrecieron y la entrega provisional del gobierno a la Corte.
El coronel fue detenido el 8 de octubre, en el
quincuagésimo aniversario de su natalicio, obligado a renunciar a todos sus
cargos y trasladado a la húmeda isla de Martín García. La sociedad porteña se
tranquilizó. Hubo asambleas, plenarios, gritos revolucionarios y expresiones
más moderadas. Por último, la CGT
declaró una huelga general y nacional para el 18 de octubre.
Pero los trabajadores franquearon las
formalidades. En la madrugada de aquel tórrido 17, grupos cada vez más
numerosos de obreros provenientes de los barrios más humildes de la Capital y el Gran Buenos
Aires comenzaron a trasladarse por todos los medios hacia la Plaza de Mayo.
El 17 de
octubre significó la ruptura de un sistema y el nacimiento de la democracia
social -no de la socialdemocracia- con una sólida base de sustentación de abajo
hacia arriba y no de arriba hacia abajo -como instrumentó el fascismo- y con
una cultura del trabajo y de las propias posibilidades que hicieron factible el
crecimiento sostenido durante una década. La mayor movilización de masas de las primeras
décadas del siglo XX se sacudía en la vieja Plaza de Mayo. Los balcones oficiales
estaban protegidos aún con toldos para disimular el sol. La multitud, nunca
antes observada de cerca por la pintoresca Buenos Aires, jadeaba y se
refrescaba los pies en las añejas fuentes del paseo. Había marchado desde el
amanecer hacia ese espacio al grito de "Queremos a Perón" y decidió
no retroceder. Era conciente de su destino. No se amedrentó cuando los grupos
conspiradores del Ejército y la
Armada amenazaron ametrallarla.
Fueron casi dieciséis horas de espera y
vigilia. Hasta que en plena noche se hizo la luz y, un Perón radiante y feliz,
apareció con los brazos bien abiertos en los balcones por primera vez. Convocó
a la unidad de los trabajadores -"única forma de vencer y de construir
una verdadera Nación", aseguró esa noche- y, conciente del
cansancio de su pueblo, que reclamó a gritos que el día siguiente fuese
"San Perón", finalmente concedió.
La historia argentina se caracterizó por el
fenecimiento de los movimientos populares tan pronto como sus mentores
desaparecieron. Rosas, exiliado y muerto, fue integrado a la argentinidad sin
que sus seguidores pudiesen materializar una expresión política que
inmortalizara su ideario. Otro tanto ocurrió tras la muerte de Hipólito
Yrigoyen. La alvearización del radicalismo, su incorporación a la
"concordancia" y el olvido de sus banderas desperdigaron a los fieles
chacareros que lo habían acompañado.
El mejor amigo del hombre no quiso faltar al acto, paseo por el escenario, e inclusive peleo por permanecer en el recinto. |
En 1943 la milenaria Europa agonizaba en el
marco de una guerra interimperialista total. La "Década Infame" había
prostituido los valores nacionales y degradado la dignidad ciudadana. Unos
pocos pensadores -Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, Rosa, Fermín Chávez, René
Orsi, Atilio García Mellid, entre otros- continuaron la lucha desigual a través
de la Fuerza
de Orientación Radical de la
Joven Argentina (FORJA), casi inmediatamente incorporada al
peronismo, y otras corrientes de la época. Hasta el `45. Desde entonces, la
historia de la política Argentina se dividió en dos: antes y después del 17.
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