lunes, 3 de diciembre de 2012


LA AVARICIA:
Dijo Mahatma Gandhi, “En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto  como para satisfacer la avaricia de algunos”
El cambista avaro y su mujer.
Autor: Marinus Reymerswaele
 Jamás he dejado de pensar sobre la maldad que hay en este vicio, el cual ha traído tantos males inimaginable a los hombres, mujeres y familias de todos los tiempos. La avaricia es el afán excesivo de poseer y de adquirir riquezas para atesorarlas o la Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones.
 “La avaricia (del latín "avarus", "codicioso", "ansiar") es el ansia o deseo desordenado y excesivo por la riqueza. Su especial malicia, ampliamente hablando, consiste en conseguir y mantener dinero, propiedades, y demás, con el solo propósito de vivir para eso”.
Teólogos y científicos han observado la psicología del avaro y han comprendido la perversión moral y psicológica de tal hombre. El avaro se aparta de los demás, se encierra en sí mismo y se impone una austeridad que va incluso en contra de sus necesidades vitales. Come menos de lo necesario, pierde horas de sueño (para velar su fortuna), vive en la obsesión del robo o del incendio.
El hombre mísero consigo mismo, por mucho que tenga, nada puede dar, es así como no tiene para vestir al desnudo, el que ni siquiera compra un pañuelo, tampoco puede dar de comer, si ni siquiera gasta en su propio pan, y si tiene trigo, prefiere o guardarlo o venderlo que hacer harina para su consumo.
El avaro no cuida ni visita enfermos, pero lo más triste, es que no conoce la Botica, cuando tiene un mal propio. El avaro no puede regalar un calzado al descalzo, porque los suyos ya no resisten otro paso, como ni siquiera puede dar de comer a un niño pobre, ya que no gasta para alimentar los suyos.
Midas, el oro y la maldición de la Avaricia.
Sin embargo, lo mas triste del avaro, es que vive pobre toda su vida y cuando muere es rico en fortuna, y de nada le sirve.

 

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