VIDA SEXUAL HUMANA: No existe un ritmo sexual "normal". A
algunas personas les gusta tener relaciones sexuales a menudo (o muy a menudo)
y a otras les gusta tenerlas después de cierto tiempo (o de mucho tiempo).
El
problema surge cuando las necesidades de la pareja no se presentan al mismo
tiempo provocando frustraciones y dificultades en la relación.
Un reciente estudio publicado por el Ministerio de
Sanidad revelaba que alrededor de un 84% de los españoles se sentía satisfecho
con su vida sexual. Sin
embargo, en muchas ocasiones estos datos no se ajustan a la realidad porque
simplemente no otorgamos al sexo la importancia que merece, algo
totalmente erróneo si tenemos en cuenta que la calidad sexual nos proporciona
una mejor salud.
La doctora Francisca Molero, médico sexóloga,
directora del Instituto de Sexología de Barcelona, un centro de referencia en
el manejo de la sexualidad y sus alteraciones, y vice-presidenta de la Federación Española
de Sociedades de Sexología, remarca la importancia que una buena vida sexual tiene para cualquier ser
humano.
El Sexo produce Bienestar: De todas las actividades que el ser humano puede
realizar, una de las que mayor sensación de bienestar produce en el mismo
momento de su realización es el acto sexual. La actividad sexual, sola o en compañía,
se desarrolla como un mecanismo de recompensa que utilizamos los humanos para
sentirnos bien con nosotros mismos. Además, si nos referimos al sexo en pareja, debemos añadir el plano
emotivo y sentimental que también entra en juego. Ya no es simplemente una
satisfacción física, sino que también lo es emocional.
Perder las ganas de Sexo: En
ocasiones ocurre que una persona pierde el interés por el sexo, que su libido ha disminuido. El
ritmo de vida actual hace que acarreemos mucho estrés, obligaciones,
preocupaciones, responsabilidades, etc. que nos hacen relegar a un segundo
plano aquellas actividades que nos producen placer, entre ellas el sexo. Y con el sexo ocurre lo que con muchas otras
cosas, que cuando se deja de practicar se olvida la satisfacción que nos
produce. Priorizar determinados aspectos de la vida cotidiana e incluso el
cansancio que éstos nos provocan nos hacen dejar de lado aquellas que nos
producen bienestar, y ese es un comportamiento errático. Por eso, tal y como
indica la doctora Molero, es importante que de vez en cuando frenemos ese ritmo
frenético y dediquemos un determinado tiempo a recuperar aquellas cosas que
tanto nos gustan, como por ejemplo, practicar sexo.
La calidad de las relaciones sexuales no depende de su
frecuencia y la frecuencia adecuada no existe, así lo demuestran las
estadísticas. El ritmo de vida influye directamente sobre el cambio de ritmo:
No existe un ritmo sexual
"normal". A algunas personas les gusta tener relaciones sexuales a
menudo (o muy a menudo) y a otras les gusta tenerlas después de cierto tiempo
(o de mucho tiempo). El problema surge cuando las necesidades de la pareja no
se presentan al mismo tiempo provocando frustraciones y dificultades en la
relación
.
Un ejemplo:
Una encuesta reciente daba cuenta de que, en algunos lugares del África, la
población negra lo hacía varias veces por jornada; pero lo interesante era ver
que, cuando se trasladaban a centros urbanos y cambiaban sus hábitos
(alimentación, condiciones de vivienda, mayor estrés), esa frecuencia se
reducía de una manera notable. ¡Algunos se quejaban de que no podían hacerlo
más de una vez por día!
Derribando
mitos en cuanto el sexo no tradicional: ¿Es la homosexualidad una enfermedad
mental o un problema emocional?
No. Los
psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud mental concuerdan en
que la homosexualidad no es una enfermedad, un trastorno mental ni un problema
emocional. Más de 35 años de investigación científica objetiva y bien diseñada
han demostrado que la homosexualidad, en sí misma, no se asocia con trastornos
mentales ni problemas emocionales o sociales. Se creía que la homosexualidad
era una enfermedad mental porque los profesionales de la salud mental y la
sociedad tenían información tendenciosa.
En el
pasado, los estudios sobre personas gay, lesbianas y bisexuales incluían sólo
aquellos bajo terapia, creando así una tendencia en las conclusiones
resultantes. Cuando los investigadores examinaron los datos sobre dichas
personas que no estaban bajo terapia, se descubrió rápidamente que la idea de
que la homosexualidad era una enfermedad mental no era cierta.
En 1973,
la Asociación
Americana de Psiquiatría confirmó la importancia de una
investigación nueva y mejor diseñada y suprimió a la homosexualidad del manual
oficial que detalla los trastornos mentales y emocionales. Dos años después, la Asociación Americana
de Psicología promulgó una resolución apoyando esta supresión.
Durante
más de 25 años, ambas asociaciones solicitaron a todos los profesionales de la
salud mental que ayuden a disipar el estigma de enfermedad mental que algunas
personas todavía asocian con la orientación homosexual
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