martes, 18 de junio de 2013

LEALTAD: Una LEY no escrita, pero grabada a fuego en el alma y el corazón de algunos  hombres y mujeres, valor por excelencia, hoy sin valor, vuela alegremente como una alondra sin donde anidar.

No olvidemos el beso de Judas.
La lealtad es el cumplimiento de aquello que exigen las leyes de la fidelidad y el honor que el nacer esta impostado en nuestro ser. Según ciertas convenciones, una persona de bien debe ser leal a su familia, al prójimo, a las  instituciones que lo representan, las organizaciones con las cuales esta comprometido  y a su nación.


Y..., hablando de judas.
La lealtad es una virtud que anida en la conciencia y que implica cumplir con un compromiso aun frente a circunstancias cambiantes o adversas. Se trata de una obligación que uno tiene para con el prójimo.

Lealtad sin medida, ¡ejemplar!

Lo contrario de la lealtad es la traición, (muy en boga por estos tiempos) que supone la violación de un compromiso expreso o tácito. El caso más comúnmente citado es la infidelidad en una relación de pareja: no ser leal a esa persona con la cual se estableció un lazo sentimental es considerado una traición.

Deslealtad en el amor, es defraudarse a uno mismo.

Los trabajadores, por otra parte, deben mostrar lealtad a su empresa; en algunos casos, se firman contratos de confidencialidad, que exigen a los empleados la absoluta reserva con respecto a las actividades que realiza en su horario de trabajo, sea que se trate de ideas, nombres de productos o decisiones de la compañía, tales como una estrategia de mercado.

Sin palabras

En algunos países, existe una ceremonia mediante la cual los ciudadanos expresan su compromiso y su fidelidad a su patria, que se conoce con el nombre de “jura de la bandera“. (Caso ejemplar en nuestro país) Se habla de lealtad, además, para hacer referencia a la gratitud, compañerismo y amor que algunos animales son capaces de mostrar a las personas.
Soy leal bajo mi propia conveniencia
El perro y el caballo suelen ser mencionados como animales leales, capaces de arriesgar sus propias vidas para salvar a sus familiares humanos. Con respecto a esta visión en particular, es necesario hacer ciertas aclaraciones. Un antiguo adagio dice: “Cuando mas conozco a  cierta gente, mas quiero a mi perro”













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