Luego de nueve días, donde poetas de 39
países recitaron sus versos en los espacios de la ciudad, concluyo la versión
24 del Festival Internacional de Poesía de Medellín, junio de 2014.
El Festival que tuvo dos ejes centrales:
‘Celebración de la existencia y de la
Tierra ’, con la participación de poetas aborígenes de
antiguas naciones como mazateca, quechua, mapuche, sami y wayuu. Y, ‘Poesía, arte
y cultura por la paz de Colombia’,
que tuvo como fin aportar en la construcción de una nueva conciencia que genere
cambios de actitud ante el proceso de paz, que vive el país, y el
postconflicto.
Fernando Rendón, poeta y director general del
Festival, dijo que a partir de un evento cultural como este, se transforma “la
conciencia, la emocionalidad y la sensibilidad de los habitantes de la ciudad.
Es un trabajo incluso más profundo que la educación”.
Eso
porque el Festival, que durante 24 años
ha congregado a más de 1.300 poetas de unos 170 países, tiene lugar en espacios
públicos, abiertos a todos.
Para
Rendón, los poetas son libros vivientes que con sus letras expresan las
realidades sociales, culturales y espirituales que viven en sus países.
El público antioqueño los acoge calurosamente
porque “en todas partes los seres humanos somos iguales: los mismos miedos, los
mismos sueños y las mismas esperanzas. Se identifican con ellos”.
Esa identificación pudo verse en los cursos,
talleres y lecturas de poemas que aludían a la paz. El público, en su gran
mayoría jóvenes entre los 13 y 36 años, vio representado su deseo de paz para
Colombia pues “las voces de los poetas expresaron lo que quieren, sienten y
aman”.
Destacó que el Festival tiene gran
reconocimiento mundial gracias a la respuesta positiva de los jóvenes: “Es una
generación que rejuvenece la poesía mundial, el sueño antiguo y actual de la
libertad, la justicia, la paz, la dignidad y la belleza de la existencia”.
Por eso, para los poetas que llegan de
diferentes partes del mundo, el Festival es una especie de paraíso en el que el
público les brinda respeto y afecto. Tan es así, que importa poco el idioma en
que sean recitados los versos, pues todos hablan uno solo: el de la poesía.
A pesar de la acogida que tiene el Festival,
Rendón se cuestionó por qué no hay un mayor apoyo gubernamental para el
fortalecimiento de las escuelas y talleres de poesía de la ciudad: “Hace falta
invertir más en la cultura poética y espiritual”, concluyó.
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