La reflexión: Celebramos este 1° de Mayo MIRANDO AL PASADO.
Esta fiesta nació a finales del siglo XIX, en París. Se concibió como jornada
de lucha reivindicativa y de homenaje a aquellas y aquellos que murieron por
reivindicar los tres 8 –8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 para la relación social,
y marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial, de manera que el
1 de mayo quedó consagrado como día para manifestar la inalienable dignidad del
trabajador frente al capital. Hoy nos seguimos preguntando
¿cuántas movilizaciones seguirán siendo necesarias para que se acaben aceptando
las más justas reivindicaciones del mundo del trabajo? ¿Cuántas más para que
recobremos la conciencia de la dignidad de las personas como lo más sagrado?
Hoy nos encontramos con graves situaciones de
desempleo, desigualdad, pobreza y precariedad, en todo el mundo. Son signo y
consecuencia de una forma de hacer y funcionar en la que la lógica prevalente es
la del dinero, no la de procurar garantizar el bien-ser o bien-vivir de
todas las personas.
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