Se sabe desde hace años, pero parece que da igual a
las empresas. El cobalto, un
mineral imprescindible para la fabricación de baterías de teléfonos móviles y
ordenadores, es extraído en minas por niños que cobran una miseria y son
tratados como esclavos. La última organización que ha dado la voz de alarma
sobre este espeluznante hecho ha sido Amnistía Internacional.
Este organismo pide de manera urgente a las grandes
compañías que revisen las condiciones de sus principales proveedores para
conocer cuál es el origen de las materias primas con las que fabrican sus
carísimos aparatos.
“Las multinacionales que utilizan baterías de iones
de litio en sus productos deben realizar controles en materia de derechos
humanos para saber si el cobalto (utilizado en esas baterías) es extraído en
condiciones peligrosas o por niños, y a ser más transparentes acerca de
sus proveedores”, se puede leer en el documento, publicado ayer.
Los depósitos de cobre en la provincia de Katanga
de la República
Democrática del Congo son el principal productor de cobalto
con casi el 40% cuota mundial.
Desde 2009, toda la producción congoleña de este material, que se extrae del
cobre y del níquel, pertenece a la compañía china Zhejiang Galico Cobalt &
Nickel Materials, que lo vende a distintas compañías, que tras tratarlo,
fabrican baterías que más tarde son ensambladas en los productos de Apple,
Samsung o HTC, por citar algunas empresas de electrónica de consumo.
Y aunque
también existen minas de cobalto en Indonesia y Zambia, Amnistía
Internacional denuncia que los principales problemas de derechos humanos se dan
en las explotaciones del Congo. Allí, decenas de miles de mineros
clandestinos, muchos de ellos menores, trabajan en condiciones de higiene y
seguridad deplorables. Con frecuencia su vida está peligro por una
remuneración irrisoria en galerías subterráneas cavadas con herramientas
rudimentarias. Además, en la zona existen desde hace años conflictos armados
por culpa de las valiosas minas.
En el informe, Amnistía Internacional habla de 16
grandes empresas, entre las que se encuentran Apple, Daimler, Lenovo,
Microsoft o Samsung, y las reprende por no tener herramientas suficientes
para determinar el origen del cobalto de sus aparatos. Todas ellas compran
las baterías a firmas chinas.
Desde 2014 existe una ley en Estados Unidos que
obliga a las empresas que cotizan en el país a informar a sus inversores de
si sus productos utilizan materias primas extraídas en la República del Congo
o en otros países africanos en los que actualmente haya una guerra. Esta norma
busca que ninguna compañía financie a los señores de la guerra que luchan por
el control de los recursos minerales de estas naciones. Pero según denuncia
Amnistía Internacional, las empresas se saltan la ley de manera sistemática,
sin que haya sanciones.
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