El Papa aprovechó su paso por
Chiapas, el estado con mayor población originaria de México y el más pobre,
para pedirle perdón a las comunidades originarias.
Francisco no sólo celebró una misa
acompañado con diáconos originarios donde se hicieron lecturas en idiomas nativos,
sino que decretó oficialmente el uso de
lenguas originarias en ceremonias religiosas.
También al visitar la tumba de Samuel Ruiz, un obispo
defensor de los originarios cercano a la Teología de la Liberación y por ende
cuestionado desde la jerarquía de la
Iglesia mexicana y el Vaticano, envió un claro mensaje.
Macario Schettino, profesor de la Escuela de Gobierno del
Tecnológico de Monterrey, destaca la relevancia de los discursos de Francisco
en los que apeló al concepto de igualdad.
"Me parece que es una postura
muy interesante y que puede ser muy útil para la discusión pública. Seguimos
discriminando mucho en América Latina, a originarios y a grupos de recursos
escasos", le dice a BBC Mundo".
"Eso es lo que tenemos que
discutir", agrega, "aceptarnos como iguales para que entonces
eventualmente también económicamente se vayan cerrando las brechas".
El Papa empático y estratégico: Frente a la
seriedad de algunos de sus discursos, Francisco mostró su mejor cara en su encuentro
con las familias en Chiapas y en la reunión con jóvenes en Michoacán. Enérgico y distendido, este Papa en su versión más empática hizo una
vigorosa defensa de la importancia de la familia para la sociedad:
"Hoy en día vemos y vivimos por
distintos frentes cómo la familia está siendo debilitada, cuestionada.
Cómo se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras
sociedades que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un
modelo basado en el aislamiento".
No hay comentarios:
Publicar un comentario