¿Significa
esto que la Iglesia
ha abierto la mano con los homosexuales y que es posible que acabe
aceptando a corto plazo las uniones del mismo sexo? Rotundamente no. De
hecho hace
escasos meses Francisco aseguró que “no hay fundamento para el
matrimonio homosexual”.
El último ejemplo es el que tiene que ver con
los homosexuales, pero los temas con los que el Papa Francisco ha
querido cambiar la postura de la
Iglesia católica, al menos de palabra, han sido variado:
sobre las parejas de hecho, sobre el aborto, sobre los divorciados…
El principal problema es que
todas esas declaraciones, que han causado un hondo impacto social por ser
rompedoras respecto a la tradición anterior, todavía no han tenido apenas
reflejo real.
En la mayoría de los estados de Europa y Estados
Unidos ya existen este tipo de uniones que complementan al matrimonio
tradicional heterosexual. Por eso, el pontífice siempre se ha referido a la
comunidad gay con respeto y buenas palabras. El último ejemplo ha sido hace escasos días
cuando ha afirmado que la
Iglesia debería disculparse con ellos por haberlos
“marginado”.
“Creo que la Iglesia no solo debe pedir disculpas a una
persona homosexual a la que ofendió sino que hay que pedir perdón a los
pobres, a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a
trabajar…”, manifestó tras su visita a Armenia. Una palabras similares a las
que ya había pronunciado en otros momentos de su papado, como por
ejemplo en 2013 cuando dijo que “si alguien es gay, busca al
Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?”
¿Significa esto que la Iglesia ha abierto la
mano con los homosexuales y que es posible que acabe aceptando a corto
plazo las uniones del mismo sexo? Rotundamente no. De hecho hace
escasos meses Francisco aseguró que “no hay fundamento para el
matrimonio homosexual”.
En Amoris Laetitia, las reflexiones del Santo Padre
sobre los sínodos de 2014 y 2015 sobre la familia, advierte que hay que
tratarles con respeto, pero que sus uniones no se pueden equiparar bajo
ningún concepto al matrimonio tradicional.
Hace unas semanas, tras
la aprobación en Italia del matrimonio homosexual, rechazó que los funcionarios
católicos oficien este tipo de ceremonias. Es decir, mientras que con
Francisco la Iglesia
se muestra más tolerante de cara a otro tipo de opciones, lo cierto es que esas
palabras luego no tienen una aplicación efectiva.
Tal y como se
comentaba al principio del artículo, ocurre lo mismo con otro tipo de temas
controvertidos. Respecto al aborto, Francisco concedió a todos sus sacerdotes
“la facultad de absolver el pecado del aborto a quienes se hayan
arrepentido de corazón”, pero evidentemente la postura de la Iglesia siguió siendo
la de rechazo.
Sí se ha abierto un poco la mano con los divorciados en Amoris Laetitia de los que
dijo que “siguen formando parte de la Iglesia ”, pidiendo al clero amplitud de miras y
misericordia, pero el mensaje final fue igual de contundente.
“De ninguna manera la Iglesia debe renunciar al
ideal pleno del matrimonio que se realiza en la unión de un varón y una mujer que
se donan recíprocamente un amor exclusivo hasta la muerte”.
En definitiva, una política de
puertas abiertas y mano tendida cuya aplicación práctica revela que en realidad
las puertas están entornadas y la mano duda qué camino seguir.
Fuente: Javier Taeño (@javiertaeno)
No hay comentarios:
Publicar un comentario