Los países con poder adquisitivo
tiran 670 millones de toneladas de comida al año, mas que suficientes para
alimentar los pueblos que mueren de hambre.
Millones de toneladas se arrojan a la basura, que congeladas alimentarían los continentes en desgracia. |
Desafortunadamente, el hambre
contemporánea se ha convertido en un fenómeno silencioso y en ocasiones
acallado o justificado por conflictos armados y violencias de toda índole,
gobiernos dictatoriales, sequías, inundaciones y hasta terremotos; sin embargo,
las víctimas de estos factores ‘excepcionales’ son pocas, comparadas con los
cerca de 700 millones de personas que la sufren solo por formar parte de un
orden social inequitativo.
Paradojicamente una epidemia grave de obesidad flagela a niñas, niños y adultos de ambos sexos en los países industrializados. |
Que cada día mueran 25.000
personas por causas relacionadas con el hambre, a sabiendas de que no deberían
morirse por eso, quiere decir que el mundo está mirando para otro lado, en el
que tal vez se topa con miles de toneladas de comida tirada diariamente a la
basura y una epidemia de obesidad que crece como una espiral.
Es hora de que las autoridades mundiales hagan frente común para atenuar este flagelo, que se lleva por delante más vidas que otros problemas que han merecido alianzas globales para enfrentarlos. Un ‘acuerdo marco universal contra el hambre’, en el que todos los países y las grandes empresas se comprometan a evitar muertes por males carenciales, debe ser la respuesta a tan crudo diagnóstico.
Es hora de que las autoridades mundiales hagan frente común para atenuar este flagelo, que se lleva por delante más vidas que otros problemas que han merecido alianzas globales para enfrentarlos. Un ‘acuerdo marco universal contra el hambre’, en el que todos los países y las grandes empresas se comprometan a evitar muertes por males carenciales, debe ser la respuesta a tan crudo diagnóstico.
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