La bondad es un asunto de paz interior y fe en el prójimo.
Sólo creyendo que brotará es que uno se anima a sembrarla aunque no la vea en este mundo. Y el milagro ocurre matemáticamente, cuando uno se decide a hacer un bien, no digamos el bien en general, un bien, por pequeño que sea, dejarle el sitio a otro, limpiar algo, dar una limosna, acompañar a alguien solitario, en fin, cualquiera de las viejas obras de misericordia por pequeña e invisible que sea, ocurre que la bondad brota multiplicada en alguna parte.
Sólo creyendo que brotará es que uno se anima a sembrarla aunque no la vea en este mundo. Y el milagro ocurre matemáticamente, cuando uno se decide a hacer un bien, no digamos el bien en general, un bien, por pequeño que sea, dejarle el sitio a otro, limpiar algo, dar una limosna, acompañar a alguien solitario, en fin, cualquiera de las viejas obras de misericordia por pequeña e invisible que sea, ocurre que la bondad brota multiplicada en alguna parte.
Es como una cuestión física, como una especie de masa que no puede ser comprimida y siempre encuentra un espacio para salir. Y el resultado es siempre visto por el corazón y justamente por eso ordena la razón y las emociones. No es un asunto emocional, es en realidad un asunto espiritual y justamente por ello mucho más real que lo racional o emocional.
La bondad es el resultado de un conocimiento más hondo e inteligente de la realidad, la tradición más vieja y sensata de la humanidad lo llamó siempre Amor.
La bondad es el resultado de un conocimiento más hondo e inteligente de la realidad, la tradición más vieja y sensata de la humanidad lo llamó siempre Amor.
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