jueves, 4 de mayo de 2017

Día Internacional del Combatiente de Incendios Forestales. Los incendios forestales, provocados casi siempre por negligencia humana, se podrían evitar con estos sencillos consejos.

HACER ESTO...;
¡Para que no ocurra esto!

Lo primero si se va hacer un fuego: Hay que solicitar permiso para la quema de residuos forestales y hacerlo con las debidas precauciones. Los campistas que quieran hacer una fogata o un asado, tienen que encenderlas solo en lugares permitidos (nunca debajo de árboles) y prepararlas bien para que no se descontrolen (en las fogatas de acampada, hacer un pozo para que queden un poco hundidas en la tierra, colocar piedras alrededor, despejar hojas y ramas, alejarlas de lugares con viento, o tener cerca recipientes con agua). Para apagarlas, usar abundante agua en el centro y alrededor y remover las cenizas para comprobar que estén apagadas.
 
No arrojar colillas encendidas

No abandonar residuos que puedan provocar un incendio: En un espacio natural siempre es bueno seguir unos consejos para ser más ecológicos y, más aún, para evitar un incendio forestal. Abandonar residuos como botellas y objetos de cristal (actúan como una lupa), papeles u otro material combustible puede acabar en tragedia. Especialmente peligroso es fumar en el bosque o en sus alrededores: no se deben arrojar colillas o cerillas, ni siquiera a la carretera por la ventanilla del coche, porque el viento puede transportarla y activarla. Lo mejor es no fumar, pero si no se puede evitar, usar un recipiente para las cenizas, apagar bien la colilla y recogerla.


Entre el 1 de junio y el 1 de noviembre es la época de mayor riesgo de incendios y sobre todo, el mediodía y el atardecer y los fines de semana de julio y agosto. Cualquier pequeña chispa o llama pueden causar un desastre. Por ello, no hay que hacer fogatas o asados ni quemar rastrojos o demás restos agroforestales.

¡NO dejar brasas encendida!

En las zonas de riesgo de incendio hay que ser muy precavido. Ecologistas en Acción recomienda que en las viviendas de dichos lugares no se pongan setos de especies que ardan con facilidad (arizónicas, cipreses, etc.), no se construyan barbacoas en sus límites, o no utilizarlas en los días de viento y de mayor riesgo, y depositar los residuos en los contenedores o vertederos habilitados. Sus propietarios deberían aprobar un plan de autodefensa (instalar depósitos de agua e hidrantes en las calles, mantener los caminos aledaños despejados de vehículos y vegetación, etc). Las personas que salgan a la naturaleza deberían conocer bien el entorno y los diferentes caminos, no salirse de los lugares señalizados e intentar ir por zonas con visibilidad.


Los coches o cualquier otro vehículo de combustión deberían aparcarse en aparcamientos habilitados o, al menos, en zonas despejadas de pastos o matorral. El tubo de escape en contacto con matorrales secos podría generar un incendio. Y no hay que utilizar desbrozadoras, motosierras o cualquier otro aparato mecánico que pueda provocar chispas o calor intenso.


La normativa medioambiental se debería aplicar en todo su rigor contra quienes provocan incendios forestales. Asimismo, se necesitan más medios humanos y técnicos para impedir estos delitos o al menos que no queden impunes, así como para extinguirlos con el menor impacto posible.


Si se ve un incendio o una columna de humo, el tiempo es vital: hay que telefonear de inmediato al 911  y dar el mayor número de datos posibles. Para que el incendio no nos dañe, es esencial huir lo más deprisa posible en contra de la dirección del viento o por un lateral, nunca ladera arriba ni hacia barrancos u hondanadas, buscar un claro y si se va en coche, cerrar las ventanillas. Si se colabora en las labores de extinción, no hay que quedarse solo y hacer siempre caso a los expertos o personal autorizado.


 

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