Para mejorar la calidad ambiental y reducir emisiones, uno de los puntos a atacar es el transporte. Es algo bien sabido, y no solo por ser uno de los grandes emisores de gases de efecto invernadero, sino también a consecuencia del modelo dominante en la actualidad, basado en los combustibles fósiles y en una sociedad del bienestar que no quiere hacer concesiones.
Dos cuestiones que la apuesta por los coches eléctricos combate de forma simultánea. Sin embargo, los cambios no son fáciles. Sobre todo, cuando deben encajar tantas cuestiones. Entre las más importantes, se precisan avances en temas como la innovación tecnológica, el cambio del actual estilo de vida y una decidida voluntad política o, por ejemplo, a la hora de lograr productos realmente competitivos que resulten atractivos y generen puestos de trabajo.
El desafío, a día de hoy, es renovar el parque móvil con vehículos no contaminantes o, aún mejor, reducir su número haciéndolo innecesario o, como mal menor, mediante otros medios de locomoción. También se apuesta por el refuerzo del transporte público, que igualmente puede hacer la transición a una modalidad más ecológica.
Sea el sistema de locomoción basado en la tecnología eléctrica u otra, con el fin de reducir la contaminación a nivel atmosférico y acústico, además de las emisiones, así como la sobre explotación de recursos naturales.
Dejando apuntado que los coches eléctricos no son tan ecológicos como los pintan, sin embargo, sí puede afirmarse que suponen un cambio cualitativo de importancia con respecto a los convencionales. Así las cosas, apostar por ellos significa tanto su promoción como penalizar a éstos.
-Fuente Ecología Verde-
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