miércoles, 20 de septiembre de 2017

Los humanos estamos moviendo y mezclando en masa las bacterias de todo el mundo.

Al igual que las ratas, los zorros, los tigres y los pandas, algunos microbios están ganando y colonizando nuevos espacios gracias a la huella del ser humano. Otros microbios están perdiendo y deben hacer frente a la extinción por culpa de nuestra actividad. Si hablamos de seres microscópicos significa que estos cambios son invisibles al ojo humano. ¿Hay que preocuparse?


Un equipo internacional de científicos de Australia, China, Francia Inglaterra y España alerta a través de Science que este fenómeno posiblemente está alterando el funcionamiento global de los ecosistemas. "Tenemos que ser conscientes de que estos microorganismos protagonizan muchos de los ciclos naturales básicos, como el del nitrógeno o el del carbono, por poner algún ejemplo", comenta Josep Peñuelas, autor del artículo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el CREAF (España). 

"Estamos ignorando estos cambios porque son seres microscópicos que ofrecen sus servicios en el planeta de forma silenciosa, pero lo podemos pagar muy caro", añade Michael Gilling, de la Macquaire University.

El equipo de investigadores hace un llamamiento a la acción para poner este tema inmediatamente en las agendas científicas. Por un lado es urgente monitorear y modelizar los cambios que los humanos estamos provocando en el mundo microbiano. Por el otro, hay que mejorar los sistemas de tratamiento de aguas residuales y el uso de los abonos para reducir la dispersión de microbios y los genes de resistencia a antibióticos que transportan.


Hoy en día, el 95% de las heces del mundo provienen de las personas y de los animales de granja que hemos domesticado. Nuestros excrementos viajan alrededor del mundo junto con los billones de turistas que dispersan los microbios y los genes de resistencia a antibióticos que contienen.
Por otro lado, más del 80% de los cultivos del planeta se abonan con aguas residuales o purines poco o nada tratados. Los microorganismos que contienen estas aguas contaminan los animales, las frutas y los vegetales. Estas aguas también transportan productos con efectos biológicos (metales, antibióticos y desinfectantes) que actúan como motores de mutaciones y de selección de microorganismos resistentes que se extienden rápidamente alrededor del planeta.


Los humanos también promueven la dispersión de las células microbianas marinas a través del agua de lastre de los buques comerciales. Se estima que cada año llegan 100 millones de toneladas de agua de lastre en los puertos de Estados Unidos. "Es bien conocido que estas aguas han transportado especies de algas invasoras, por ejemplo, pero no somos conscientes de los cambios invisibles que están provocando transportando microorganismos a través de los océanos", añade Peñuelas.

Por último, las actividades humanas ahora mueven más suelo, arena y roca que todos los procesos naturales combinados. La erosión natural de los ríos 

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