La iniciativa toma como
referencia el exitoso programa “KiVa”, gestado y llevado a la práctica por la Universidad de Turku
en Finlandia, y su enfoque está puesto en trabajar en la prevención del
bullying. Por eso se aplica, sobre todo, en el Jardín y la Primaria , para que los
chicos incorporen los buenos códigos de conducta desde una edad temprana.
De esta manera -través de manuales, videojuegos,
reuniones, trabajos y charlas con los padres- dicho programa contempla acciones
universales, que son de prevención, y focalizadas, de intervención.
Las
universales se dirigen a todos los alumnos del colegio y pretenden influir en
las normas de convivencia del grupo reforzando los valores. Las focalizadas, a
diferencia de otros métodos que a la hora de intervenir se centran en la
víctima y el acosador, son planes de acción que intentan cambiar las normas que
rigen al grupo. Previenen que ocurran nuevos incidentes, minimizan los efectos
negativos del acoso y mejoran la convivencia escolar.
KiVa se centra también en esos chicos que no son
acosadores, pero sí testigos: los que observan, los que se ríen -reforzando la
acción del victimario- y aquellos que no están de acuerdo pero aún así callan.
Por eso, los expertos en el programa aseguran que “si el que se ríe deja de
hacerlo, es un gran paso. Si el que se queda callado pero no está de acuerdo se
anima a intervenir o a pedir ayuda a un adulto, es un cambio positivo. Y
siempre se trabaja con los alumnos desde la posibilidad, no desde la imposición”.
En Argentina, el acoso escolar es una problemática
evidente y que requiere una particular atención. Un informe reciente de Unicef
señaló que nuestro país lidera los rankings de bullying en la región. Y, por
supuesto, la provincia de Buenos Aires no escapa a ello. La posibilidad de que,
de ahora en adelante, las escuelas bonaerenses puedan contar con un protocolo
de actuación como el que ofrece KiVa resulta clave.
El bullying es una de las
adversidades más severas que enfrentan los chicos en las aulas, ocasionando en
las víctimas consecuencias negativas tales como ansiedad, depresión, soledad,
baja autoestima y dificultad para confiar en otras personas a lo largo de la
vida. Participar de un escenario de maltrato es nocivo para cualquiera, y quien
en cierto momento es agredido o simple observador puede, en una futura ocasión,
tomar el rol de agresor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario