Se llama Francisco Quintana, y estudió en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se fue primero a Israel, donde trabajó en el Instituto Weizmann y luego entró como investigador a la Universidad de Harvard.
Allí descubrió un mecanismo por el cual las bacterias del microbioma intestinal -más conocida como flora intestinal- tienen una conexión con el sistema nervioso central, y pueden limitar el avance de enfermedades como la esclerosis múltiple. Aquí los detalles.
Francisco Quintana quiso desentrañar qué le pasa a veces al sistema inmune cuando, en lugar de proteger al cuerpo humano, lo ataca y hace que se desarrollen enfermedades como la esclerosis múltiple.
Estudió biología en la Universidad de Buenos Aires, obtuvo un doctorado en inmunología en el Instituto de Ciencia Weizmann de Israel, y desde hace nueve años trabaja como investigador en uno de los hospitales de la Universidad de Harvard y en el Instituto Broad del MIT, en Cambridge, Estados Unidos.
Con su equipo, Quintana descubrió que las bacterias que están en el microbioma de cada persona -popularmente conocido como “flora intestinal- pueden jugar roles clave, para interactuar con el cerebro y limitar el avance de enfermedades como la esclerosis múltiple, que afecta a más de 2,5 millones de personas en el mundo.
En un trabajo publicado en la prestigiosa revista Nature, Quintana demostró que existe un mecanismo molecular que hace que la actividad de las bacterias de “la panza” – conocida popularmente como flora intestinal- influya en lo que ocurre en el cerebro. Si bien hubo otros estudios que hablaban de la conexión entre bacterias intestinales y sistema nervioso central, es el primer trabajo en el mundo que reporta cómo los productos microbianos -llamados metabolitos- pueden actuar directamente sobre células del sistema inmune en el cerebro para prevenir la inflamación.A partir del hallazgo, se abre la posibilidad de generar nuevos tratamientos contra enfermedades neurológicas.
“Es un desafío constante –reconoció Quintana a Infobae-, ya que los objetivos de los científicos y de los empresarios son diferentes. Los problemas son distintos. Pero al estar en la academia y en la empresa, es una oportunidad única para llevar nuestros descubrimientos a la investigación clínica. Eso es una fuerza que me motiva, y que le da relevancia a nuestro trabajo, ya que implica llegar a tener un efecto muy real en la calidad de vida de los pacientes”
No hay comentarios:
Publicar un comentario