La situación se vuelve alarmante si se considera que la producción mundial de este insumo alcanzó los 229 millones de toneladas al cierre de 2013, de acuerdo con los datos más recientes de Plastics Europe, asociación europea que representa a fabricantes de materias primas plásticas.
Entretanto, en México la firma Global Polyolefins and Plastics estima que la industria registrará un crecimiento del 15 por ciento anual hacia el 2020. Dicha cifra significaría un incremento de casi 11 millones de toneladas en su capacidad de producción.
En un contexto tan adverso como ese, un joven mexicano desarrolló un nuevo proceso de producción de plástico a partir de la semilla de aguacate. Se trata de un bioplástico que se degrada mucho más rápido que los plásticos generados a base de hidrocarburos y que no se obtiene de una fuente alimenticia, como otros bioplásticos que se producen a partir del maíz.
“El bioplástico tiene dos características fundamentales: que se obtiene de fuentes vegetales y que es biodegradable (…) Pero tiene el mismo comportamiento que el plástico que todos conocemos”, señaló en entrevista Scott Munguía, alumno del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y fundador de la empresa Biofase.
Asimismo, enfatizó que el producto ya no contamina el medio ambiente: “Actualmente, nuestro bioplástico se degrada en 240 días o tal vez un poco más, dependiendo del contenido microbiano del ambiente en el que se desecha”. No obstante, reveló para la Agencia Informativa Conacyt que el trabajo realizado sentará las bases para un nuevo proyecto de investigación que consiste en el desarrollo de un bioplástico que se degrade de manera selectiva.
“En Biofase tenemos un departamento de investigación y desarrollo que tiene dos proyectos interesantes; el más importante es el desarrollo de un bioplástico que se degrade de manera selectiva, va a ser un bioplástico que te permita decidir bajo qué condiciones se va a degradar”, comentó.
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