Hace unos 300 años, tras viajar por Europa el zar
Pedro el Grande llevó a Rusia el árbol de Navidad y varias tradiciones más.
Desde entonces, ha habido varias revoluciones y las Navidades se han vuelto un
tanto más complicadas. La Navidad se celebra según el calendario juliano, que
lleva un desfase de 13 días respecto al que usamos nosotros, el gregoriano
Regalos
de Veliki Ustiug
El protagonista de la fiesta es Papá Noel, que en
Rusia se llama Ded Moroz (Abuelo del
Frío), y viene acompañado de su nieta Snegúrochka (la
Doncella de las Nieves). Desde hace algo más de 10 años, ambos habitan
oficialmente a unos 950
kilómetros al norte de Moscú, en Veliki Ustiug. Por
motivos que nadie alcanza a comprender, el exalcalde de Moscú Yuri Luzhkov
proclamó esta localidad de 30.000 habitantes residencia oficial del Abuelo del
Frío. Allí, en Nochevieja, el anciano engancha los caballos y se apresura a
repartir los regalos.
¿En Nochevieja? Sí. Es en este punto donde la
historia se complica. Lo que ocurre es que la tradición de celebrar la Navidad
el 25 de diciembre, instituida por Pedro el Grande, fue abolida por los bolcheviques tras la Revolución de 1917. Además
introdujeron el calendario gregoriano, que para entonces era el que se
utilizaba ya en toda Europa. La cúpula de la Iglesia Ortodoxa rusa, por el
contrario, se mantuvo fiel al calendario juliano, que va 13 días retrasado. De
modo que la Nochebuena en Rusia se celebra el 7 de enero, según el calendario
gregoriano. Y hoy, el 25 de diciembre es un día laborable para los rusos.
En la época soviética la Navidad se
convirtió en una festividad que celebraban en la intimidad de los hogares
algunos inconformistas y secretos devotos. Unos años más tarde, los comunistas
crearon unas Navidades ateas, las hicieron coincidir con el 1° de enero y las
llamaron Novi God (Año Nuevo).
El primer árbol de Año Nuevo
soviético se colocó en 1937 en la Sala de las Columnas de la Casa de los
Sindicatos de Moscú, y hasta allí llegó el protagonista de la celebración, Ded
Moroz.
Los rusos no tardaron en tomarle
cariño a la fiesta. Prueba de ello es que, hasta el momento, Novi God continúa
siendo la festividad más importante, en la que la familia se reúne en torno a
una mesa llena de comida y en la que los regalos se amontonan bajo un abeto.
Al mismo tiempo, la Navidad
original (Rozhdestvó, que significa “nacimiento”) va recobrando su importancia.
Cada año miles de creyentes moscovitas acuden a la Catedral de Cristo para
celebrar la Nochebuena. Las procesiones inundan las calles.
Los cristianos no toman carne durante los 40 días anteriores a la
Nochebuena y comienzan el banquete con sochivo,
un dulce hecho de nueces, semillas de amapola, miel y cereales.
Según un decreto de 2005,
Rusia se sume en unas vacaciones de diez días de duración que comienzan con el año nuevo. Durante este tiempo
Moscú se convierte en un gigante dormido: sus habitantes se escapan a las
regiones para celebrar las fiestas con sus familias, los hoteles se quedan
vacíos, las colas desaparecen de las taquillas de los teatros. Se trata de un
auténtico paraíso navideño.
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