El futuro de la cirugía estará relacionado con la
inteligencia artificial, la robótica, el “data-driven” y
el avance de las imágenes en cirugía (calidad de imagen, fusión de imágenes y
guías de localización). Estos avances requieren una reconversión del cirujano,
que deberá adoptar además diversas habilidades no técnicas, con una profunda
impronta en el trabajo en equipo y ejercitando nuevas maneras de liderazgo.
El primero de estos conceptos es el de inteligencia
artificial (IA) cuya definición es la inteligencia exhibida
por las máquinas. En informática, una máquina “inteligente” ideal es un agente
racional flexible que percibe su entorno y toma acciones que maximizan sus
posibilidades de éxito en alguna meta.
Coloquialmente, el término “inteligencia
artificial” se aplica cuando una máquina imita funciones “cognitivas” que los
humanos asocian con otras mentes humanas, como “aprender” y “resolver
problemas”. Es así que nuevas computadoras se engloban en estos términos de
computadoras cognitivas y de IA.
Un ejemplo de esto es Watson, la nueva computadora
cognitiva de IBM, la cual es un tipo de sistema experto de IA. Watson (en honor
al primer presidente de IBM), puede almacenar más información médica que
cualquier individuo humano y dar respuestas a las preguntas del lenguaje
natural de los cirujanos en fracciones de segundo. Estas máquinas de IA se
convertirán en un asistente de cirugía inteligente. Esto no es algo totalmente
nuevo, pero lo tomamos como tal pues los límites de lo que consideramos IA se
mueven todo el tiempo.
Por ejemplo, si hace escasos 20 años,
cuando comenzaron los teléfonos celulares, hubiésemos dicho que nos guiarían y
nos asesorarían, como hoy lo hacen programas comunes y gratuitos como Siri,
Waze o Google Maps, lo hubiéramos considerado como IA o
simplemente ciencia ficción. Nuestra percepción sobre IA cambia cada día a
medida que asimilamos estos desarrollos.
En medicina, esto tiene una implicancia
directa. Por ejemplo, en la evolución anual del concurso ImageNet patrocinado
entre otras instituciones por las Universidades de Stanford y Princeton sobre
el progreso de las máquinas cognitivas en la clasificación de imágenes, se
observa en los últimos años una persistente disminución del error en
comparación con -linea roja- el error de un humano entrenado .
El término superinteligencia fue acuñado en el 2014
por el filósofo Sueco Nick Bostrom de la Universidad de Oxford en su libro Superinteligencia:
Caminos, Peligros, Estrategias.1 Allí sostiene que si los
cerebros de la máquina superan a los cerebros humanos en la inteligencia
general, entonces esta nueva superinteligencia podría reemplazar a los humanos
como la forma de vida dominante en la tierra. Las máquinas suficientemente inteligentes
podrían mejorar sus propias capacidades más rápidamente que los científicos
informáticos humanos y el resultado podría ser una catástrofe existencial para
la humanidad.
Si
bien este pensamiento parece ser parte de un argumento de alguna apocalíptica
película de ciencia ficción, la proximidad de esta posibilidad y la seriedad de
quienes sostienen estos interrogantes llama a reflexionar sobre el tema.
El segundo punto es la robótica. La
llegada de la cirugía laparoscópica en los finales de la década del ’80
permitió reparar lesiones orgánicas sin grandes heridas cutáneas (incisiones).
De esta manera, los cirujanos no solo priorizamos el alargamiento de la vida,
sino también la calidad de la vida y la función luego del tratamiento
quirúrgico.6
Simultáneamente,
el operar a través de una cámara determinó perder la tridimensionalidad y el
trabajar con largos instrumentos cierta movilidad. La robótica permite
recuperar estas dos limitantes.
La
introducción de los robots quirúrgicos ha sido por lo tanto un gran avance en
la cirugía actual, sin embargo, presenta problemas que disminuyen su difusión
como los costos -que tienden a reducirse- y lo complejo de operar en varios
sectores del organismo, pues determina mover y reprogramar el robot durante la
cirugía. Es por ello que el uso de los robots pareciera estar confinado a
cirugías de campos reducidos.
En
un futuro cercano, el acceso por un puerto único que permita cambiar fácilmente
los campos de acción quirúrgicos durante una misma cirugía e instrumentos especiales
para realizar tracción y contracción permitirán aumentar las indicaciones con
esta nueva generación de robots. Pero en definitiva, estos robots –aún la nueva
generación- son solo instrumentos bajo la completa dirección del cirujano. Son
intermediarios entre el cirujano -quien realiza la operación- y el paciente.
Las
próximas generaciones de robots para laparoscopía, endoscopía y percutánea se
complementarán con IA, determinando que las máquinas tiendan a operar solas o
por lo menos tengan cierto grado de autonomía facilitando y haciendo más
seguras las cirugías.
Catherine Mohr, vicepresidente del Intuitive
Surgery, compañía que produce los robots quirúrgicos Da
Vinci, bosquejó esta próxima ola de IA y robótica en la cirugía
como una estrecha asociación entre los seres humanos y las máquinas, con una
compensación de las debilidades de cada parte.
El tercer aspecto que determina el
camino futuro de la cirugía es el “data-driven”, que es la gestión de decisiones basada
en datos. Supera al concepto de medicina basada en la evidencia, cambiando la
pregunta de ¿qué datos necesitamos? a ¿cómo usamos estos datos para la toma de
decisiones?
Las decisiones basadas en la evidencia
se llevan a cabo normalmente como una forma de obtener una ventaja competitiva.
Un estudio del Centro para el Negocio Digital del MIT (Massachusetts
Institute of Technology) encontró que las organizaciones
impulsadas por la toma de decisiones basadas en datos tenían un 4% más de
productividad y un 6% más de beneficios.11
Sin
embargo, la integración de cantidades masivas de información de diferentes
áreas (algo habitual hoy en medicina) y su combinación para obtener datos
procesables en tiempo real (necesario en cirugía), puede ser muy complejo y los
errores producidos en el proceso pueden originar graves inconvenientes. Por
ello, el modo en cómo se usen los datos en la toma de decisiones (gestión de
decisiones basada en datos) y su combinación con la IA y la robótica podrán
mejorar los resultados con un menor índice de problemas.
Por
último, en los próximos años veremos un significativo incremento del uso de las
imágenes en cirugía (calidad de imagen, fusión de imágenes y guías de
localización), permitiendo una combinación de procedimientos endoscópicos,
laparoscópicos y percutáneos guiados por imágenes, logrando un afinamiento de
la técnica que será más segura y menos invasiva.
Para
ello, se están construyendo los llamados quirófanos híbridos Estas salas de operaciones están equipadas con
avanzados dispositivos de imagen médica, tales como angiógrafos, tomógrafos y
escáneres de resonancia magnética. Aunque la imagenología ha sido una parte
estándar de los quirófanos durante mucho tiempo en forma de brazos en C
móviles, ultrasonido y endoscopía, los nuevos procedimientos invasivos mínimos
requieren técnicas de imagen que puedan visualizar partes del cuerpo más
pequeñas, permitiendo volver “transparente” el cuerpo humano.
La
fusión de imágenes, que permite sumar y superponer imágenes intraoperatorias
con preoperatorias -RM, TC o Pet Scan-, así como reconstrucciones 3D, hacen más
seguras las cirugías y determinan mejores guías para punzar o cortar .
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