Cada persona es un mundo, cada
persona percibe lo que le rodea de una manera distinta a cualquier otra
persona. Donde nosotros vemos unas cosas, otros ven otras cosas distintas. Si
yo me siento frente al mar, es posible que yo vea en las olas, por ejemplo, mis
recuerdos de juventud cuando iba de vacaciones con mis padres o cualquier
anécdota vivida que guarde relación.
Un estudiante de biología verá en el
mar las especies marinas que habitan en él, que está estudiando en ese
momento. Si justo en ese momento pasa un pescador, al ver el mar lo mirará
calculando cómo sería de productiva la pesca en relación a las condiciones
climáticas, y un surfero mirará únicamente las olas pensando si son o no
propicias para hacer surf.
Cada uno tiene una perspectiva propia, y todas son
verdaderas, si bien en todas ellas se pierde información.
Yo no puedo calcular la
productividad de la pesca, el pescador no puede ver cada ola como si hiciera
surf en ellas y el surfero no puede ver las especies marinas que allí habitan.
O cuantas veces nos ha pasado, por ejemplo, que queríamos transmitir algo a una
persona y esa persona a entendido algo completamente distinto.
Así, la realidad es relativa.
La realidad queda determinada por lo que el observador decide observar.
Adquirimos cierta información, pero a la vez perdemos otra información, y
así nos ocurre toda la vida. Ésto guarda (salvando las diferencias) cierta
relación con el principio de incertidumbre enunciado por Heisenberg.
Este principio afirma que de una partícula determinada, únicamente podemos
saber con certeza la posición o la velocidad de la misma, pero no ambas
cosas a la vez a ciencia cierta. Es decir, si queremos conocer la
velocidad de la partícula no conoceremos la posición, y viceversa. Al
adquirir información, siempre se nos escapará algo de información
complementaria. Nunca lo veremos todo de forma completa. A Salvador Dalí,
fascinado por el mundo científico, le entusiasmaba todo ésto, le
inspiraba; prueba de ello son varios de sus cuadros, como por
ejemplo “El enigma sin fin”. Observémoslo durante 10
segundos antes de continuar leyendo…
¿Qué se ve en este cuadro?
Alguien verá primero una cara en el lado derecho, los labios, la nariz, pero…
¿no vemos también a una persona recostada, con la cabeza apoyada sobre su mano
en el lado izquierdo del cuadro, y con la rodilla en el lado derecho? y… ¿no
vemos también un perro, una especie de galgo, en el centro de la imagen,
con sus patas delanteras “sujetando” ese globo o esfera que está al lado de la
primera cara?
Así se demuestra que lo que se ve depende del observador, se
demuestra “artísticamente” el principio de incertidumbre de Heisenberg… y
personalmente, desde mi punto de vista, se demuestra otra cosa más. Hay que
respetar las opiniones de los demás, su forma de ver las cosas, no creer que
están equivocados únicamente porque difieren de nuestras opiniones.
Son “su realidad”, así como nosotros tenemos “nuestra realidad”, siendo
casi siempre las dos válidas, y además, complementarias. Y es que es cierto
cuando dicen que cada persona es un mundo…
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