En el mundo, 300 millones de personas conviven
con la depresión, trastorno que es la principal causa de discapacidad, según
datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si bien el rango de edad de
mayor riesgo se encuentra entre los 30 y los 40 años, esta enfermedad afecta a
personas de todas las edades y condiciones sociales y países.
Algunos
de los síntomas de depresión son la apatía, la tristeza y la aparición de
dificultades para comer o dormir. Las personas con esta patología sienten falta
de energía y no encuentran motivación para salir de la cama. Los días se hacen
largos y cumplir con los compromisos diarios se vuelve, para ellas, una misión
imposible. Actividades como darse una ducha o salir del hogar encuentran una
fuerte resistencia por la ausencia de ánimo.
“Hay factores,
como la sociedad de consumo y las exigencias de ser joven y exitoso que
contribuyen a la propagación de esta enfermedad”, señala Francisco Guerrini,
psiquiatra y psicoanalista que trabajó en el Hospital Borda y en el
Materno-Infantil de San Isidro. Según Guerrini, en casos agudos “una depresión
puede afectar al sistema inmunológico y desatar otras enfermedades”.
“Es una patología compleja sobre la que recién en
los últimos 50 años se empezó a tomar conciencia”, señala en diálogo con
RED/ACCIÓN Marcelo Cetkovich, Jefe de Psiquiatría del Instituto de Neurología
Cognitiva (INECO) y autor del libro El estigma de la enfermedad
mental y la Psiquiatría.
La depresión, en
números
A pesar
de la gravedad de la enfermedad, hasta el año pasado no existían mediciones
exactas sobre su impacto en Argentina.
De acuerdo con Cetkovich, el informe Lifetime Relevance, vino a echar un poco de
luz sobre este tema: “Allí se indica que un 9% de la población nacional sufre
en su vida algún tipo de depresión”. Vale destacar que este es el primer
estudio epidemiológico de salud mental realizado en nuestro país por la
Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Consorcio Internacional de epidemiología
Psiquiátrica de la OMS.
Una de
las razones de la falta de datos a nivel local sobre esta enfermedad hasta 2018
tiene que ver con la fuerte estigmatización que aún pesa sobre los trastornos
mentales. “Hay un nivel de incomprensión muy grande en la sociedad”, indica
Cetkovich. Y agrega que, en ocasiones, “si una persona dice en el trabajo que
tiene depresión, pierde su estatus laboral, ya que muchas veces es tildada de
problemática”.
Cómo detectar la
enfermedad
Existen,
al menos, dos tipos de depresión: la secundaria, que surge a partir de
situaciones límite -como la pérdida de un ser querido o de un trabajo- y la
primaria, que se origina exclusivamente en la psiquis de una persona.
Las
primeras señales de alerta de que una persona puede estar padeciendo la
enfermedad aparecen en el ámbito del trabajo. “El individuo empieza a tener
complicaciones para cumplir con sus obligaciones, ya que le cuesta concentrarse
en sus actividades”, señala Cetkovich. A diferencia de la tristeza, explica,
“la depresión no tiene una causa o explicación, es duradera y puede ser
crónica”.
A partir
de allí, es frecuente que la persona interrumpa sus actividades frecuentes y
hobbies. “Si la persona solía practicar algún deporte, de repente, deja de
hacerlo”, indica Cetkovich, el psiquiatra de INECO. En un grado más avanzado,
puede haber dificultades para salir de la cama y hasta pueden aparecer ideas
suicidas.
En estas
instancias, tanto la OMS como los profesionales aconsejan no esquivar el tema,
sino abordarlo. “Hablar de las ideas de muerte ayuda al paciente y pueden
evitar que se pase al segundo paso, que es la planificación”, advierte el
especialista de INECO.
La importancia del
acompañamiento
En casos
de depresión, el entorno familiar debe tener especial cuidado en la manera de
abordar la situación. Y evitar algunos comentarios que pueden complicar el
escenario.
En
primer lugar, Cetkovich recomienda evitar frases que subestimen la enfermedad.
“Decir cosas como ‘ponete media pila’ o ‘tenés que salir de la cama’ implica no
comprender que la persona no puede hacerlo. No hay que aconsejarla sino
escucharla e invitarla a buscar ayuda”. En cambio, es mejor “invitarla a salir,
a caminar. Y, sobre todo, escuchar lo que tiene para decir y jamás desatender
sus palabras”.
Los
expertos recomiendan también tener un extremo cuidado con el uso de las redes
sociales. “Su exceso puede agravar la enfermedad por la exigencia cultural de
mostrarse feliz y bonito en estos canales”, puntualiza Guerrini.
Cetkovich
hace énfasis en los tres “factores protectores” necesarios para afrontar la
enfermedad: la vida social, la familia y la actividad física regular. “Estos
aspectos, en su conjunto, pueden acelerar fuertemente la mejora del paciente”.
Una luz de esperanza
Si bien en Argentina queda mucho por recorrer en el
tratamiento de la depresión, otros países han logrado importantes avances en la
materia. Entre ellos, Gran Bretaña -donde el nivel de depresión
resulta alarmante-, Francia, Australia y los países escandinavos. La
razón, explica Cetkovich, es que en estos países “se hizo un gran trabajo en la
detección precoz de la depresión, dado que muchas condiciones psiquiátricas
comienzan en la adolescencia”.
También la utilización de recursos del Estado para
combatir las enfermedades mentales es un paso esencial. Por ejemplo, el
gobierno australiano en 2018 destinó 100 millones de dólares para
afrontar la depresión y la ansiedad mediante la implementación de programas de
salud mental en las escuelas y en establecimientos llamados “Headspace”
(espacios para la cabeza).
Qué hacer si conoces
a alguien que sufre de depresión
La depresión es curable en la mayoría de los casos.
Ante los síntomas de depresión, es recomendable acercarse a los centros de
salud mental, a las áreas de Psiquiatría de los hospitales, o al Hospital
Alvear de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se obtiene información sobre los tratamientos, o bien
se puede iniciar uno directamente.
El compromiso de las autoridades y las campañas de
difusión y prevención de esta enfermedad resultan vitales para disminuir las
cifras de personas con depresión. Por ejemplo, todos los 10 de septiembre la
OMS impulsa el Día Mundial para la Prevención
del Suicidio. Y en 2017 dedicó ese día a la depresión. Este tipo de
iniciativas permite no solo informar, sino también luchar contra el estigma
social que afrontan quienes la padecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario