Las investigadoras del Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (CEFOBI) partieron de que las plantas requieren absorber fotones de luz solar para realizar la fotosíntesis y generar energía para crecer, pero también están expuestas al daño de la radiación ultravioleta (UV-B). A raíz de esto identificaron un factor molecular que les brinda resistencia a esos estragos.
Según publican desde la Agencia CyTA-Fundación Leloir, pudieron hacerlo tras realizar experimentos con la planta Arabidopsis thaliana, un modelo habitual en estudios de fisiología vegetal que comparte genes con cultivos tales como el trigo y el maíz.
“Las hojas de las plantas deficientes en las proteínas FAS1 y FAS2 parecen ser más resistentes a la radiación”, destacó Casati, también investigadora del CONICET.
Los autores del estudio observaron que las hojas de plantas deficientes en CAF-1 acumulan mayor cantidad de pigmentos que las protegen de la radiación, tienen paredes más gruesas y sufren menor daño en el ADN, por lo que adquieren una mayor resistencia comparadas con las plantas salvajes. Por el contrario, también observaron que las raíces responden de una manera diferente, y no activarían los mismos mecanismos de protección.
“Estos hallazgos en distintas partes de la planta sugieren que habría una regulación diferente de las respuestas al UV mediada por estas proteínas en los distintos tejidos”, subrayó la científica rosarina, quien ganó en 2017 el Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las mujeres en la ciencia”.
“Por otra parte, el rol de CAF1 en la regulación de la síntesis de pared celular también puede ser interesante como aspecto biotecnológico para la obtención de biocombustibles”, señaló Casati.
Del trabajo también participaron otras tres científicas del CEFOBI: Evangelina Maulión (primera autora del estudio), María Sol Gómez y Claudia Bustamante.
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