miércoles, 14 de agosto de 2019

"Bella Armonía o Reiwa" El nuevo Emperador de Japón deberá adaptarse al siglo XXI.

“Mantener el talante del anterior emperador”. El hasta ahora príncipe Naruhito, que este miércoles hereda el trono de Japón en una ceremonia repleta de rituales sintoístas, ha asegurado ya que seguir el ejemplo de su padre, Akihito, será una de sus prioridades durante su era, “Reiwa” o “Bella Armonía”. Pero tras los días y meses de festejos -la celebración oficial de su ascenso al trono, a la que estarán invitados representantes de todo el mundo, no llegará hasta octubre-, el que será el 126 emperador de Japón tendrá que afrontar un desafío nada fácil: el de adecuar su papel al Japón del siglo XXI.

Nacido en 1960, será el primer emperador llegado al mundo después de la II Guerra Mundial. Si la era de Akihito se caracterizó por constantes pasos para curar las heridas que dejó en Asia la intervención japonesa durante la contienda, la suya afronta ahora otros desafíos. El legado bélico va quedando cada vez más atrás.

Cuando su padre llegó al trono hace treinta años, Japón se encontraba en la cúspide de su poderío económico. Hoy el país, aunque la tercera economía del mundo, arrastra décadas de estancamiento. Naruhito tendrá que determinar cómo inspirar a un Japón envejecido y más conservador, resignado a invertir en robótica y abrirse -aunque de modo aún muy incipiente- a la inmigración como soluciones para suplir a las generaciones de mayor edad. 

El incipiente jefe de Estado también tendrá que ayudar a perfilar el papel en el mundo de un país cada vez más diverso, de vibrante cultura y enorme soft power, que oscila entre el pacifismo de su padre y el nacionalismo del primer ministro, Shinzo Abe.

Salirse del protocolo


Ambos sorprendieron también al pueblo japonés al salirse del estricto protocolo para admitir el impacto de la presión para engendrar un heredero varón -las mujeres no pueden heredar el trono del Crisantemo con las leyes actuales- y los problemas de Masako para salir de una grave depresión inducida por la rígida vida palaciega y la falta de descendencia masculina. La pareja real tiene una hija única, Aiko, nacida en 2001.
El Emperador saliente-

Precisamente, la era Reiwa puede ser la que introduzca un cambio en la ley sálica nipona, para permitir que las mujeres también puedan heredar el trono. Una modificación a la que se oponen los conservadores, pero que los ciudadanos apoyan cada vez más, según las encuestas. Ya estuvo a punto de ponerse en marcha en los primeros años de este siglo: ante las dificultades de la pareja principesca para concebir un varón que garantizara la sucesión en la siguiente generación, el entonces primer ministro Junichiro Koizumi anunció que plantearía al Parlamento una reforma de las leyes. Aunque el nacimiento en 2006 del pequeño Hisahito, hijo del hermano menor del nuevo emperador, Akishino, garantizó la sucesión y aparcó el debate.
Pero está por ver que, sin una necesidad imperiosa a la vista, pueda reunirse la suficiente voluntad política como para acometer una reforma de tal calado.
Mientras tanto, el nuevo emperador tendrá que debutar pronto en sus funciones como anfitrión de otros jefes de Estado: a finales de este mes ya recibirá la visita del presidente estadounidense, Donald Trump. En junio saludará a los líderes participantes en la reunión del G20, que este año se desarrollará en la ciudad de Osaka, al sur de Tokio.

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