El Festival Nacional de Folklore de Cosquín es el más importante festival de música folclórica de la Argentina. Dura nueve noches, y se realiza en la última semana de enero, en la ciudad de Cosquín, en el turístico Valle de Punilla de la provincia de Córdoba. La tradición acostumbra a hacer referencia a las Nueve Lunas de Cosquín (o Nueve Lunas Coscoínas). El escenario de este festival, llamado Atahualpa Yupanqui, se halla situado en la gran plaza Próspero Molina (Plaza Nacional del Folklore) de la ciudad de Cosquín.
Este es el festival de música folclórica más relevante de la Argentina. Debido a que tiene una duración de nueve noches y se realiza en Cosquín, la tradición acostumbra referirse a las Nueve Lunas de Cosquín o las Nueve Lunas Coscoínas para aludir a este evento multitudinario que se televisa a distintos países del mundo.
Durante la última semana de enero el “Atahualpa Yupanqui”, escenario principal, situado en la gran plaza Próspero Molina, se viste de gala para recibir a las figuras más destacadas del folklore argentino. La plaza donde se monta el escenario es considerada la Plaza Nacional del Folklore.
El festival surgió como una necesidad de un grupo de ciudadanos deseosos de que el nombre de la ciudad de Cosquín se proyectara hacia los diversos estratos del país, con el fin de promover el turismo e incentivar la economía local.
El origen o antecedente más cercano lo constituyen la "1a. y 2a. Semana de Cosquín" (1958-1959), festejos que se realizaban en conmemoración del Día de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad.
En un principio el festival se realizó ad-honorem de la "Comisión Municipal de Turismo y Fomento" (luego denominada Comisión Municipal de Folklore), creada a tal efecto y constituida por vecinos de la ciudad electos en asamblea popular en agosto de 1960. Esta comisión, que contaba con el apoyo municipal, fue la encargada de crear un espectáculo que abarcó los distintos matices del folklore nacional en lo que se refería al canto, la música y la danza. Por eso en el Primer Festival Nacional de Folklore, realizado entre el 21 y 29 de enero de 1961, estuvieron presentes las delegaciones oficiales de casi todas las provincias argentinas y los artistas de mayor prestigio, en una fiesta que sobrepasó las expectativas de sus organizadores y del público asistente.
La segunda edición del Festival, en el mes de enero de 1962, fue transmitida durante las nueve noches por Radio Belgrano, de la ciudad de Buenos Aires, y por la red de repetidoras del interior del país.
Año tras año la popularidad se incrementó de manera considerable, y los organizadores decidieron entonces la creación de un programa cultural cuyo eje fundamental sería el Ateneo Folclórico, del cual derivarían diversos seminarios y conferencias realizados paralelamente a cada edición del festival.
Por la trascendencia que implica el hecho de ser televisado a todo el territorio nacional y a otros países de América Latina, el festival de Cosquín constituye un espacio consagratorio para nuestros artistas populares. Este fue el caso de Merces Sosa, que en la edición de 1965 fue invitada a subir al escenario por Jorge Cafrune, quien de esa forma rompió el protocolo de los organizadores y dijo al público: Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo y que como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa.
Hasta entonces Mercedes Sosa era víctima de actos discriminatorios, ya por su condición de tucumana, ya por las ideas políticas que representaba y por su condición de género.
Cafrune también protagonizó otro momento histórico en el mítico escenario Prospero Molina cuando en enero de 1978, y a pedido del público, se animó a entonar Zamba de mi esperanza. Eran los pesados años de la dictadura más sangrienta que padeció la Argentina, y antes de entonar la primera estrofa, Cafrune miró a la gente y dijo: Aunque no esté en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide la voy a cantar.
La trascendencia internacional que adquirió el festival quedó reflejada en la ciudad japonesa de Kawamata, donde en 1975 se organizó por primera vez un encuentro denominado "Cosquín en Japón", del cual participan japoneses aficionados a la música y las danzas nativas argentinas. De ahí en más, todos los años en el mes de octubre Kawamata se convierte en un Cosquín errante de música y poesía.
Con la recuperación de nuestra democracia, la primera televisación en vivo del festival se produjo en 1984, cuando el estatal Canal 7, entonces llamado Argentina Televisora Color (A.T.C.), llevó a los hogares de todo el país las dos primeras horas del espectáculo de cada noche. A partir de entonces, superados los complejos culturales de la última dictadura, la transmisión se ha repetido en forma consecutiva, y en casi todas las oportunidades ha logrado el rating más alto en la programación de los cuatro canales televisivos de la Capital Federal.
Otro espectáculo singular que se dio en el marco del Festival de Cosquín fue protagonizado por los ya consagrados Mercedes Sosa y Charly García cuando en 1997 se reunieron para dar por saldada la discusión entre folklore y rock, y ambos entonaron la canción “Rezo por Vos”, que el público ovacionó de pie.
En los años 60 y 70, el Festival de Cosquín desencadenó un “boom del folklore” e impulsó una renovación de la música folclórica de gran alcance popular, especialmente entre los jóvenes, que tuvo su correlato en toda América del Sur y que ha persistido en el gusto musical argentino desde entonces. En esa época inicial se destacaron Atahualpa Yupanqui, Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Jorge Cafrune y Alfredo Zitarrosa, entre otros.
Sus organizadores tuvieron entonces el acierto de organizar el Festival de Cosquín no sólo como una competencia musical sino como una vivencia folclórica integral, con centro en las famosas peñas folclóricas fuera del evento oficial, en las cuales músicos de todas las procedencias cantan libremente toda la noche y “hasta que las velas no ardan”.
Algunas de las actividades que se realizan durante los nueve días de celebración son: actuaciones de ballets de danzas folclóricas y de recitadores; los así llamados Espectáculos Callejeros, ubicados en sitios característicos como balnearios y plazas, donde cantan y bailan artistas de todo el territorio nacional y el público en general; las famosas peñas folclóricas, carpas en las que los artistas interactúan con el público; el Congreso del Hombre Argentino y su Cultura, donde se realizan cursos y talleres para niños y adultos y se dictan cursos de lenguas originarias como el quechua y el guaraní; y la Feria Nacional de Artesanías y Arte Popular Augusto Raúl Cortázar.
Considerada destino veraniego a partir del siglo XX, a la ciudad de Cosquín se le atribuían propiedades terapéuticas debido a las condiciones de clima que presenta. Familias acomodadas de Buenos Aires y Córdoba solían pasar sus vacaciones en las quintas de la ciudad. Durante el período precolombino, los habitantes originarios, los comechingones, habían bautizado estas tierras con el nombre Quizquizacate, en alusión a una piedra que presenta jeroglíficos y petrográficos, cuya existencia algunos registros sostienen que data del año 6.000 antes de Cristo.
Cosquín, famosa en la actualidad por su festival, tiene uno de los escenarios más grandes de América Latina. El anfiteatro cuenta con una capacidad de casi 10.000 espectadores, de los cuales 7.800 permanecen sentados en las butacas del campo central y 2.200 se ubican en las dos tribunas laterales.
La Organización de Estados Americanos (OEA) decidió patrocinar el evento por su importancia para la cultura de América. El Museo del Hombre de París ha filmado y grabado las expresiones populares multifacéticas del festival. Y en Alemania la ciudad de Stuttgart le ha puesto el nombre de Cosquín a una de sus plazas.
Músicos de la talla de Mercedes Sosa, Horacio Guarany, Los Chalchaleros, Ramona Galarza, Los de Salta, Gustavo Cuchi Leguizamón, Soledad Pastorutti y Abel Pintos, entre otros, han saltado a la fama gracias al Festival Nacional del Folklore de Cosquín, ciudad que cuenta con un himno llamado “Cosquín empieza a cantar”, compuesto por Zulema Alcayaga y Waldo Belloso. La versión original y más conocida de esta canción fue interpretada por el grupo Los Cantores del Rosario.
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