sábado, 12 de octubre de 2019

Que es un Chaman en Argentina-

Machies (chamanes mujeres) mapuches de Argentina.


La medicina aborigen argentina tiene unos diez mil años de antigüedad. La antigüedad del hombre en el Noroeste argentino tendría treinta mil años. En la zona patagónica en cambio, la antigüedad es de unos once mil años. En Tierra del Fuego, el asentamiento debió ser posterior, en razón de que la zona estuvo cubierta por los hielos hasta una etapa más reciente. La cultura más antigua se estima en unos seis mil años.

Los primeros datos que tenemos de sus prácticas médicas, provienen del siglo XVI y pertenecen a informes de funcionarios de la corona española y a relatos de viajes de cronistas de la época.
Las enfermedades de entonces podrían ser denominadas místicas, tales como el mal del aire, el mal deseo, el susto, la enfermedad de la tierra o la ruptura de tabúes; y enfermedades consideradas naturales o no místicas, como la enfermedad de la matriz, la recaída, el sobreparto, el costado, el mal de ojo, por citar algunas.


¿QUIÉNES PODÍAN SER CHAMANES/CURADEROS?
En el caso de los Mapuches para ser Machi (chamán) debían pasar por una serie de pruebas rituales en un viaje místico, e implicaban un descenso al mundo inferior y la muerte simbólica del candidato, para ascender posteriormente a la región celestial o superior con un segundo nacimiento en un estado trascendente del ser, volviendo finalmente al Mundo Medio, el de los humanos.
El ‘curador’ puedía asumir su profesión por predestinación. En estos casos, la fuerza mágica le es proporcionada al individuo antes de su nacimiento o bien podía ser transmitida de padres a hijos.

El curador podía ser médico de todo, es decir estará habilitado para curar todo tipo de enfermedades, o ‘especializados’ que solamente se encargan de empachos, zafaduras, mal de ojo, etc. Otros son los ‘duchos’ en curar el hígado, atender empachos, mejorar las enfermedades de la matriz, curar el daño o hacer Magia’
Generalmente el curador era vivaz, despierto, intuitivo y ágil para ubicarse en la realidad del paciente y del mal que lo aqueja. Se hace cargo rápidamente de la situación psicológica del enfermo y con pocas palabras llega al diagnóstico, que muchas veces es traído por el mismo que le consulta o por un familiar.

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