El hidrógeno resulta ser una excelente alternativa a los combustibles fósiles, reduciendo las emisiones de CO2 a la atmósfera, las cuales son responsable del efecto invernadero y por consiguiente el calentamiento global [1]. El hidrógeno como elemento es abundante en nuestro planeta y su combustión en presencia de O2 produce agua y calor. Se puede obtener en forma limpia a través de la electrólisis del agua, para lo cual se emplean dos electrodos conectados a una fuente de alimentación eléctrica de corriente continua, sumergidos en una disolución electrolítica. Allí ocurre la siguiente reacción de redox:
Esta reacción es
termodinámicamente desfavorable con un , por lo cual es necesario aplicar una
fuerza impulsora para que la reacción tenga lugar. La cinética de la reacción
es también una limitación importante, para lo cual los electrodos deben
catalizar adecuadamente todas las etapas involucradas. Como fuerza impulsora se
emplea la corriente eléctrica, la cual idealmente debería provenir de una
fuente limpia de producción como solar, eólica, hidroeléctrica, para ser
consistentes con el propósito ambiental que se persigue.
El
consumo de combustible de los autos que se venden en Argentina es variado, pero
podemos tomar como ejemplo el Fiat Punto 1.4 naftero con motor de combustión
interna (MCI). Este auto recorre 100
Km en ruta con 9,60 litros y en ciudad
con 10,80 litros ,
dispone de un tanque con capacidad para 48 litros lo que le da
una autonomía de 500 Km
en ruta y 444 Km
en ciudad [3]. Los motores de combustión interna (MCI) son ineficientes, ya que
en la transformación de la energía química a mecánica se quema el combustible
en el cilindro (cámara de combustión) y sólo el 25% se emplea para mover el
motor mientras que el resto se disipa como calor.
Actualmente,
hay marcas que desarrollaron autos con celda de combustible (FC, de Fuel Cells
en inglés), esta nueva tecnología poseen una mayor eficacia, del 60-75% en el
uso de combustibles, ya que esta tecnología no están limitada por el ciclo de
Carnot. Esto resulta sumamente importante a la hora de pensar en autos
propulsados por H2 ya
que reduce los requerimientos de almacenamiento de combustible. Es así que para
una autonomía de 500 Km ,
un auto de tamaño medio, requiere 8
Kg de H2 si
posee un motor MCI, o 4 kg
si tiene un motor FC, para la misma autonomía. Actualmente, Hyundai presentó el
Tucson FC que tiene una autonomía de 426 Km , el cual almacena H2 a alta presión
dentro de un cilindro (300 – 700 bar), con un llenado de 10 min [4].
Después de la
catástrofe del dirigible alemán Hindenburg en 1937 (aun cuando los orígenes del
accidente no estén del todo aclarados) resulta inquietante pensar en
transportar en el auto un cilindro cargado con hidrógeno a alta presión. Una
opción más segura, consiste en almacenar el gas en estado sólido, para lo cual
el tanque sería un recipiente cerrado, relleno con un material absorbente, que
permita numerosos ciclos de adsorción/desorción de H2. El Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE)
sugiere que estos materiales deben cumplir ciertos requisitos para ser
adecuados para el almacenamiento. Deben almacenar una densidad gravimétrica de
6 % de H2,
permitiendo numerosos procesos de adsorción/desorción dentro de un rango de
temperatura de 40 a
60 ºC y
un cargado a presiones moderadas de 5 - 12 bar, en tiempos que van de 3 a 5 minutos [2]. Esto
significaría que para almacenar 4
Kg de hidrógeno en el tanque, este pesaría unos 67 Kg . Esto parece una
capacidad de almacenamiento impresionante.
Los compuestos carbonosos se presentan como buenos candidatos para
el almacenamiento de gases, ya que son livianos y poseen gran área superficial,
pero es indispensable mejorar la performance de almacenamiento de estos
materiales para que sean tecnológicamente aplicables. En el año 2005, T.
Yildirim [5] propuso el empleo de materiales carbonosos híbridos decorados con
metales. En su trabajo Yildirim sugiere decorar nanotubos de carbono con
titanio. En su artículo explicaba que el almacenamiento en estos materiales
sería del 8% de H2.
Este trabajo parecía haber resuelto el problema del almacenamiento de H2, estos materiales
impulsaron más de una década de investigaciones teóricas/experimentales pero
existía una discrepancia entre las predicciones teóricas y las mediciones
experimentales. Los experimentos no lograban almacenamientos significativamente
mejores, no lograban reproducir lo predicho por los cálculos teóricos.
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