La decisión de la academia sueca al conceder a Banerjee, Duflo y Kremer el Nobel de
Economía 2019 es muy significativa, más allá de la doble anomalía de que haya
recaído sobre Esther Duflo, mujer y además joven (46).
El
premio reconoce las aportaciones que han realizado estos economistas en el
campo de la pobreza, un asunto que hoy en día sigue siendo uno de los
principales problemas en nuestro mundo.
Pobres en los países
desarrollados
Si
bien la pobreza absoluta, medida por la proporción de la población que vive con
1,9 dólares al día, se ha reducido enormemente en los últimos años (ver
gráfico), es importante recordar que también en los países desarrollados hay
pobres. En este caso, no viven por debajo de las líneas de pobreza de 1,9
dólares/día que propone el Banco Mundial, sino que se clasifican como “pobres
relativos”, pues disponen de una proporción muy reducida de la renta media del
país donde viven.
Por tanto, la pobreza sigue siendo,
lamentablemente, un problema de máxima urgencia en el siglo XXI. La
contribución de Banerjee, Duflo y Kremer es relevante, pues aborda la pobreza
desde dimensiones muy específicas. Es decir, se basan en la idea de pobreza
como un problema multidimensional, que va mucho más allá de ausencia de
recursos.
En
concreto, “la pobreza es la privación de capacidades”, según Amartya
Sen, premio Nobel de Economía en 1998, incluyendo, por ejemplo, el
acceso a la educación, las limitaciones en las condiciones de salud, la
exclusión social y la financiera, entre otros.
Pequeñas soluciones
para un gran problema
El
trabajo de los premiados es novedoso porque huyen de grandes soluciones y
proyectos para combatir la pobreza y se basa en actuar de forma más específica
en cada una de sus dimensiones.
El Banco Mundial considera pobres
extremos a aquellos que viven por debajo de 1 dólar/día. Pero ¿cómo es vivir
con menos de esa cantidad? Uno de los trabajos de Banerjee y Duflo, The Economic Lives of the
Poor, responde a esta pregunta. También a estas otras: ¿Cómo es
la vida económica de los pobres?, ¿qué decisiones y, por tanto, qué renuncias
tienen que abordar?, ¿a qué retos se enfrentan diariamente?
Gastar más en nutrición
El
estudio cubre 13 países, entre los cuales se encuentran India, México,
Nicaragua o Perú, y explica determinados patrones de consumo. Por ejemplo, ¿por
qué los pobres no gastan más en nutrición, cosa que mejoraría su productividad?
También
pone de manifiesto el gasto desproporcionado (en términos relativos a su renta)
en bienes de entretenimiento, lo que parece explicarse por la necesidad de
estar a la altura de sus vecinos, y la falta de reacción ante la mala calidad
en las escuelas, muchas veces por el analfabetismo de los propios padres, que
impide reconocer que sus hijos no aprenden lo suficiente.
Los microcréditos no
sirven
Es interesante que uno de sus artículos (The miracle of microfinance? Evidence from a
randomized evaluation) critique abiertamente los
microcréditos como instrumento en la reducción de la pobreza basándose en
evidencia empírica. Su conclusión es que los microcréditos no consiguen
aumentar la inversión, ni el consumo, ni las condiciones de salud y educación
ni el empoderamiento de las mujeres.
Por
tanto, ¿cuáles son sus recetas para reducir la pobreza? Muy concretas. Por
ejemplo, los premiados investigan los efectos de potenciar y mejorar aspectos
específicos relacionados con la pobreza como la educación y las
infraestructuras.
En concreto, en educación Additional resources
Two Randomized Experiments in India (2007) sostienen que
cambios organizacionales y proyectos ad hoc son
mucho más efectivos que la disponibilidad de recursos adicionales.
La vida con menos de un
dólar al día
En
esta línea, el último trabajo de Banerjee y Duflos en formato libro ha sido un
éxito editorial por abordar un tema de todos conocido, la pobreza, desde una
perspectiva radicalmente diferente: acercándose a la realidad y complejidad de
la vida con menos de un dólar al día.
Poor economics: A radical rethinking of the way to fight global
poverty aborda, por ejemplo,
la forma de concebir la educación por parte de los pobres: se considera un
despilfarro gastar en educación en todos los hijos, y prefieren concentrar el
gasto en uno solo, generalmente varón. Explicar a los padres que los beneficios
de la educación son lineales es mucho más efectivo que construir más escuelas.
Enfatizar los ODS:
La
decisión de la academia sueca no hace sino enfatizar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de
la ONU, que constituyen la agenda más ambiciosa de la historia para conseguir
los grandes retos sociales, empezando por erradicar la pobreza, el objetivo
número uno. Los propios ODS están enunciados de tal manera que se complementan
entre sí, de forma que el ODS1 (pobreza) se beneficia de los avances en el ODS
4 (educación de calidad) o en el ODS 3 (salud y bienestar). Por tanto, muy en
línea con las averiguaciones de Banerjee, Duflos y Kremer.
Además,
para la consecución de los ODS es necesaria la colaboración y el esfuerzo
conjunto del sector público y privado, además de todos los agentes sociales
empresas, ONG, medios de comunicación, universidades… En este sentido, me
siento muy orgullosa del impulso que nuestra Universidad Pontificia Comillas
viene haciendo en esta dirección, incluyendo la Agenda 2030 y la consecución de
los ODS en el plan estratégico de la misma, al objeto de avanzar en nuestra
misión de formar “líderes compasivos”.
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