Según encuestas
nacionales públicas y privadas, el 56% de la producción de
leche proviene del 87% del total de tambos.
Este proceso de concentración y el cierre de empresas continuarán si no se
interviene a tiempo. En ese universo están nucleados los tambos que producen menos de 4.000 litros diarios,
a los cuales muchos referentes del sector califican como “de escala
críticamente no sustentable”.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Muchas cosas, pero
algunas distintas a las que hacemos siempre. Por ejemplo, hacer mucho más
eficiente el subsistema alimentación.
Según una encuesta
realizada por el INTA Rafaela,
del total de alimentos usados
en el tambo, el 44% son forrajes frescos y heno, el 25% silaje y
el 31% concentrados. La tendencia
es reducir la participación de la pastura e
incrementar levemente la del silaje y los concentrados.
Si bien en el
80% de los casos las vacas pastorean
todo el año, se incrementó el número de tambos (70%) que aplican el sistema ración parcialmente mezclada (RPM) con o sin pastoreo.
En síntesis,
la producción en el tambo argentino se sostiene con el forraje (seco y fresco), ya que asegura la base de la alimentación y la indispensable fibra. Participa en forma mayoritaria de casi
cualquier planteo que se diseñe y es incuestionable su valor estratégico en
épocas climáticamente desfavorables.
Sin embargo,
a pesar de todas sus ventajas, los concentrados y
subproductos energéticos y proteicos son necesarios para:
a) Mejorar la eficiencia de conversión (litros de leche/kg MS
consumidos),
b) completar los nutrientes que
no aporta la base de forrajes,
c) corregir aquellos nutrientes que estén en exceso,
y
d) permitir que el animal pueda aproximarse a su consumo
potencial, independientemente de las limitaciones que
normalmente posee en los primeros 40-50 días de lactancia.
Por ser alimentos caros y de gran impacto en la
rentabilidad del sistema, se debe planificar y controlar su uso. Se recomienda
que el gasto de alimentación para las vacas totales no
exceda el 35-40% del ingreso bruto y no se supere el 30% del total de la dieta con suplementos externos.
Es importante mantener una aceptable eficiencia de conversión que, por
diferentes causas, es normalmente variable (entre 1,5 y 0,8 litros/kgMS
consumidos).
Las fuentes referenciales de nutrientes son:
• De energía,
el maíz
• De proteína, los subproductos derivados de la
industria aceitera (soja)
La proporción
en la dieta de cada uno de estos alimentos, dependerá de la calidad y cantidad de la base forrajera y del
requerimiento de los animales. En consonancia con la experiencia de
Bretschneider y Salado (Área de Investigación en Producción Animal del INTA
Rafaela, 2016), “Dosis variable versus dosis fija de balanceado” y con relación
a lo comentado hasta acá, se considera más eficiente definir un
nivel de suplementos por lactancia.
Ese nivel
debe surgir de un análisis del gasto y del
margen a asumir, en consonancia con la respuesta
productiva deseada, y concentrar un porcentaje mayoritario en los primeros 50 o 100 días de lactancia. Esto se
debe a la complejidad de los eventos que ocurren en esos días iniciales, en
especial en los primeros 40-50, en los que se define la producción actual y futura y la eficiencia reproductiva.
Esta interacción determina la intensidad de la movilización de las reservas
corporales observables en la condición corporal.
A modo de
ejemplo, para comprender una estrategia de suplementación más
racional y con impactos favorables múltiples (especialmente
económicos), supongamos que:
• La empresa
fija un nivel de 1.200 kg MS de
suplemento energético-proteico por lactancia
• Reparte el 55% (660 kg MS) en
vacas con menos de 100 días de lactancia (6,6 kgMS/vaca/día) que constituyen el
lote de punta
• Al resto de las vacas (lote de cola con más de 100 y menos de 300 días de
lactancia) se le ofrece el 45% restante del nivel fijado (540 kg MS) que representa un
promedio de 2,7 kgMS/vaca/día para un
período de 200 días
• En promedio, para todo el rodeo, el suplemento representa un valor de 4 kg MS/vaca/día de concentrado.
Entonces, si
bien usamos la misma cantidad de
suplemento (1.200 kg MS), éste es mucho mejor convertido
cuando se lo emplea en forma diferencial de
acuerdo al momento de lactancia. En la práctica, considerando las cuestiones económicas y de stock de alimentos, las
modificaciones del nivel de suplemento por lactancia, se deberían obtener a
través de:
.La variación de la
oferta del lote de cola y
• la fijación de la oferta de concentrado en el lote de punta (6,6 kg MS/v/d)
• la fijación de la oferta de concentrado en el lote de punta (
La organización del subsistema alimentación es
clave porque es caro. El tambo es un negocio y alcanzar las metas
productivas y reproductivas implica encargarse del diseño de todo el proceso,
desde la descarga del carro o mixer hasta
el suministro y los gastos e inversiones asociadas.
Entonces, definamos metas posibles de alcanzar,
persigamos la sencillez operativa y
apliquemos un control efectivo.
Pasemos de un proceso de intensificación a uno de optimización.
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