El “cepo light”. (2019) El Banco Central puso un
límite de US$ 10.000 a
las compras por parte de particulares, ordenó a los exportadores repatriar
moneda extranjera dentro de los cinco días posteriores al pago y obligó a las
empresas a pedir la autorización del banco para comprar dólares, excepto para
casos de importación. Desde entonces, el peso se ha estabilizado después de
caer cerca de 25% en agosto y la urgencia inicial de los argentinos por retirar
efectivo de sus cuentas de ahorro en dólares también se disipó.
A cuántos y a quiénes afecta el cepo. No a muchos. En julio, 1.500.000 argentinos compraron
dólares, un 20% más que en junio. Y cerca de la mitad, 800 mil, compraron US$
500 o menos.
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¿Cuántos
pueden comprar más de los US$ 10.000 mensuales? Los que se ven limitados por los controles
cambiarios que impuso el Gobierno son 26 mil personas, o sea menos del 2% de
los que compran dólares. Y
solo 47 personas compraron más de US$ 50.000 en julio. Las cifras se
corresponden a estadísticas oficiales del Banco Central.
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¿Cuántos
comprar dólares regularmente? La cifra oscila entre 750 mil en los tiempos de relativa calma en el
mercado de cambios y picos de poco más de 1,5 millón en julio. En agosto la
cifra probablemente fue cercana a los 2 millones. En 2017 menos del 10% de los
argentinos -y en su mayoría hombres mayores de 50- compraron o vendieron dólares.
Si pocos lo pueden atesorar, ¿por qué la cotización del
dólar pone en jaque la estabilidad del país?
El fenómeno tampoco se explica por las
importaciones, que se
pagan en dólares, ya que en Argentina representan cerca de un 13% del Producto
Interno Bruto, una de las tasas más bajas del mundo.
La cotización del dólar hipnotiza a los 44 millones
de argentinos: el país
tiene un dilema histórico con esa moneda, que incluye cómo generar suficientes
dólares como para cubrir lo que necesita para pagar las importaciones,
alimentar la compra de dólares para ahorro y generar confianza en el peso.
Según la consultora de Orlando Ferreres, la falta de confianza en el peso y las
políticas económicas que licuaron, a partir de la inflación, los ahorros tantas
veces en la historia llevaron a los argentinos a colocar unos US$ 400.000
millones en el extranjero, abajo del colchón y en cajas de seguridad. El INDEC
estima que el monto que los argentinos tienen "debajo del colchón"
(en cualquiera de sus formas) es de alrededor de US$ 280.000 millones, lo que
equivale al aproximadamente a un tercio del PBI de la argentina.
La falta de confianza está directamente vinculada
al impacto inflacionario que tiene el dólar en la Argentina. Acá, cuando el
dólar sube, los precios de los supermercados también aumentan y por eso cuando
la divisa comienza a subir, los consumidores se ponen nerviosos. La Argentina
tiene el traslado a precios más alto de América Latina, según un reportaje de
la BBC. El Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Universidad
de Buenos Aires (IIEP) calcula que la Argentina tiene una tasa de dolarización
del 70%. Chile tiene 11% y Perú, 44%.
En Argentina la gente piensa en dólares y las
grandes transacciones, como las inmobiliarias, se hacen o planifican en dólares. A eso hay que sumar que la Argentina es un gran
exportador de alimentos, muchos de ellos son también parte de la canasta básica
alimentaria (la carne, harina, soja, entre otros.) y por ende están
dolarizados. Lo mismo con la energía y la nafta. Es por eso que cuando sube el
dólar los consumidores sienten el impacto de inmediato en el bolsillo.Y a la
industria le impacta por que en general tiene que importar insumos para la
producción, y estos son en dólares. El sector electrodoméstico y el automotor
son dos claros ejemplos.
El acuerdo político que no llega. El domingo pasado en La Nación, el economista
argentino Manuel Trajtenberg, doctorado de Harvard y que hace años vive en
Israel, donde entre 2006 y 2017 ocupó cargos públicos como asesor del Primer
Ministro y del Parlamento israelí, dijo que el tipo de acuerdo político
necesario para solucionar el problema de los argentinos con el dólar no es
posible en las actuales condiciones.
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Explica
que en Israel llevó 15 años para
que los precios de las viviendas dejaran de ser denominados en dólares. Fue
necesario un acuerdo político a largo plazo y que fue doloroso. “Es un proceso
largo, difícil y lo principal es la consistencia, que la gente lo entienda y
que se transmita de forma política”, concluye.
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