Se
trata de una epidemia que, en los últimos años, se ha extendido a una velocidad
alarmante a los países de bajos y medianos ingresos.
La prevalencia de exceso
de peso en la región es de 7,5% en menores de 5 años y de 30,6% en niños, niñas
y adolescentes entre 5 y 19 años, según un informe elaborado
por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Programa
Mundial de Alimentos (WFP) y la OMS. A nivel mundial, según OMS/OPS, la
prevalencia de exceso de peso en menores de 5 años es de 5,9% y de 18% en la
población entre 5 a
19 años.
A nivel
nacional, los resultados de la 2° Encuesta Nacional de Nutrición y Salud,
realizada en 2018 reflejan que el exceso de peso es el
problema más grave de malnutrición en Argentina con una prevalencia de 13,6% en
menores de 5 años, y de 41,1% en el grupo de 5 a 17 años.
Esta misma encuesta señala que:
o
El consumo de frutas frescas, verduras, carnes, leche, yogur o quesos se
encuentra por debajo de las recomendaciones
o
Hay un consumo frecuente de alimentos de baja calidad nutricional con
alto contenido de azúcar, grasas y sal como bebidas azucaradas, productos de
copetín, golosinas y productos de pastelería
o
El 70% de los estudiantes encuestados mencionó que en su escuela se
venden alimentos de baja calidad nutricional
o
1 de cada 4 estudiantes señaló que la escuela provee bebidas azucaradas
Además, en
base a un estudio realizado por FIC Argentina y
UNICEF Argentina, los adolescentes de nivel socioeconómico más bajo tienen
un 31% más de probabilidades de sobrepeso respecto a los adolescentes del nivel
socioeconómico más alto.
En este
contexto, para luchar contra la epidemia de obesidad infantil y sus
enfermedades asociadas, la responsabilidad individual no es suficiente. El
papel de los gobiernos es fundamental, y por ello deberían:
o
Asumir un compromiso político sostenido en el diseño y adopción de
políticas para reducir la obesidad infantil
o
Implementar políticas para garantizar a toda la población el acceso a
alimentos saludables y disminuir el consumo de alimentos no saludables
o
Implementar políticas para que todos los sectores sociales puedan tener
acceso a la actividad física periódica
o
Involucrar a múltiples actores (organismos internacionales y nacionales,
la sociedad civil y las empresas privadas) pero en un marco que evite caer en
conflictos de interés que atenten contra el desarrollo de las políticas
públicas eficaces.
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