Un tercer lago subterráneo fue descubierto recientemente por espeleólogos
argentinos en el interior de la Caverna San Agustín, ubicada en la ciudad de
Malargüe, a unos 500
kilómetros al sur de la capital mendocina, confirmándose
así que el valle sureño de Poti Malal contiene un sistema cavernario en yeso de
gran importancia hidrogeológica.
Un tercer lago subterráneo fue descubierto
recientemente por espeleólogos argentinos en el interior de la Caverna San
Agustín, ubicada en la ciudad de Malargüe, a unos
Se trata de una tercera sala cerrada e inundada a
la que sólo se puede llegar buceando, y que resultó ser el extremo de un
conducto de grandes dimensiones que fue bautizado con el nombre de Mendoza.
Así lo informó Carlos Benedetto, secretario del Instituto Nacional de
Espeleología Argentina, quien explicó que para llegar al lugar "se debió
realizar un enorme esfuerzo para el acarreo de varias unidades generadoras de
electricidad y poder así iluminar sus gigantescas salas interiores".
Una vez dentro de la cavidad, los equipos fílmico,
espeleológico y de buceo visitaron los otros dos lagos hipogeos (subterráneos)
Croacia y Argentina, corroborándose que los mismos habían bajado su nivel de
agua al menos un metro respecto de la visita realizada junto a espeleólogos
británicos hace meses atrás.
Ya en diciembre pasado, los buzos de la asociación mendocina Mendozasub habían
explorado parcialmente unos túneles subacuáticos del lago Argentina (el más
grande de ellos, con una profundidad de
n esta oportunidad se tomaron más precauciones y se
aprovechó el descenso del nivel de las aguas para continuar las exploraciones
interrumpidas en diciembre", dijo contento Benedetto, quien explicó que
luego de recorrer algo más de
"Sería el primer caso de lago subterráneo en Argentina que los espeleólogos nunca podremos conocer, a menos que tengamos preparación en las técnicas del buceo en cavernas", indicó el especialista.
El lago Mendoza, como lo dieron en llamar, se presenta en una cámara de una altura de diez metros entre el espejo de agua y el techo, donde los buzos experimentaron la existencia de un aire enrarecido por la falta de oxígeno, por lo cual se presume que su única comunicación con el resto de la caverna San Agustín sea el túnel subacuático.
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