¿Qué
es la sepsis?
Es una condición causada por la respuesta del
organismo a una infección severa, en la cual, como consecuencia de la presencia de una gran cantidad de
gérmenes y la activación del sistema de defensa del enfermo, se liberan
sustancias a la sangre que alteran la función de los principales órganos, lo
que desencadena una falla en los sistemas y, consecuentemente, la muerte. En los casos graves, la
mortalidad sobrepasa el 50 por ciento.
¿Qué causa la sepsis?
La
sepsis se origina en la infección severa de un tejido u órgano causada por
agentes patógenos (bacterias, hongos, virus o parásitos). Las más frecuentes se dan
primariamente en los pulmones, abdomen y riñones. También se
puede dar por la sobreinfección de áreas extensas de piel.
Cuando los focos primarios de la infección no son controlados con medidas
antibióticas, los microorganismos pueden pasar al torrente sanguíneo,
configurando lo que se conoce como septicemia, que a su vez hace que todos los
tejidos y órganos sean irrigados por sangre infectada, lo que favorece la
siembra de los patógenos en otras áreas.
¿Quién puede presentar sepsis?
Aunque
se puede presentar en cualquier persona, existen grupos de mayor riesgo, como menores de un año y
mayores de 65, embarazadas, pacientes con enfermedades crónicas pulmonares y
renales, cáncer, diabetes, cirrosis o con alteraciones de su sistema de
defensas, como son los pacientes con VIH y trasplantados. También
los que son sometidos a procedimientos quirúrgicos con infecciones adquiridas
durante o después.
¿Cuáles
son los síntomas?
Una
persona con sepsis presenta los síntomas generados por el órgano primario que
está infectado. Por ejemplo, tos, dificultad para respirar, alteraciones neurológicas o
renales; además, en las primeras etapas de la infección puede haber fiebre,
escalofrío, malestar general, dolor muscular y en la medida que
avanza pueden presentarse fallas en los signos vitales como hipotermia,
coagulación dentro de los vasos, caída de la tensión arterial, pérdida de
conciencia y compromiso respiratorio severo.
¿Cómo se trata?
Una vez se hace el diagnóstico de
sepsis, el inicio del tratamiento debe ser inmediato, pues el retraso
incrementa la probabilidad de muerte. Esto incluye antibióticos administrados por vía intravenosa que sean
efectivos contra los posibles gérmenes causantes de la infección. Dependiendo
del tipo de infección que haya dado origen a la sepsis, puede ser necesario
realizar un procedimiento para remover los gérmenes, drenar el pus y controlar
el foco infeccioso con punciones o cirugías. Adicionalmente, si el cuadro ha
progresado a un estado avanzado con compromiso de órganos, puedeser necesario
administrar terapias de soporte. Entre ellas, medicamentos para mejorar la
presión arterial, soporte ventilatorio y renal. Todo esto en una unidad de
cuidado intensivo.
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