martes, 15 de septiembre de 2020

La bacteria COME CARNE llego para quedarse. El saber nos hará libres.

 La fascitis necrosante (bacteria coma carna) que recientemente ha afectado a un hombre de 50 años en Florida es una infección poco frecuente, grave y progresiva que destruye de forma muy rápida la piel y los tejidos blandos; los músculos y el tejido conectivo que se extiende por todo el cuerpo. Puede causar fallo multiorgánico y su pronóstico depende en gran medida de un diagnóstico precoz y de un tratamiento agresivo inmediato que incluye la cirugía.



Hay dos tipos de fascitis necrosante: polimicrobiana y estreptocócica.

 De hecho, se ha identificado estreptococos del grupo A, como el ‘Streptococcus pyogenes’. los principales causantes de esta agresiva patología. De hecho se conoce al ‘Streptococcus pyogenes’ como la bacteria carnívora o ‘bacteria come carne’.

La entrada o infección bacteriana en el organismo se suele producir por una herida menor, una raspadura, la picadura de un insecto, una quemadura, una herida quirúrgica o un pinchazo. También se puede adquirir mediante una contusión o una magulladura.



Las bacterias comienzan a multiplicarse y a liberar toxinas que destruyen los tejidos y afectan el flujo sanguíneo en la zona. Además, también se bloquea la capacidad del organismo de atacar a la bacteria con anticuerpos. A medida que los tejidos se necrosan la bacteria llega a la sangre y se disemina por todo el cuerpo pudiendo llegar a causar fallo mutiorgánico.

Tienen mayor riesgo de padecer una fascitis necrosante quienes padezcan diabetes, tengan una enfermedad renal, tengan cirrosis o un tipo de cáncer.


Síntomas de la fascitis necrosante




Los primeros síntomas de la fascitis necrosante son:

- Una pequeña protuberancia o mancha rojiza, dolorosa e inflamada que se extiende en la piel.

- Dolor intenso incluso fuera de la mancha o la región inflamada.

- Fiebre.

A medida que avanza la infección los síntomas incluyen:

- Cambios de color en la piel.

- Úlceras, ampollas y manchas negras.

- Pus y secreciones en la zona infectada.

- Mareos.

- Escalofríos.

- Fatiga.

- Diarrea y/o náuseas.

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