domingo, 11 de octubre de 2020

CUIDADO CON LAS DIETAS EXTREMAS: Al dejar de comer el organismo funciona en forma de “servicios mínimos”

 

Un día sin comer no es un drama. Pero alargarlo activa los mecanismos de emergencia del organismo para conseguir energía. A partir de la sexta hora sin ingerir nada el cuerpo entra en estado de cetosis: las reservas de glucógeno (azúcares) se han acabado y entonces el metabolismo busca energía en los depósitos de grasa.



“Seguiremos realizando nuestras funciones vitales, pero en forma de ‘servicios mínimos’”, afirma Rosa Maria Espinosa, dietista-nutricionista de Menja Sa. Tras agotar la provisión de grasa (unos tres días sin comer), el organismo escarba en las proteínas de la masa muscular, una acción que “da lugar a residuos y sustancias tóxicas como los cuerpos cetónicos, provenientes de las grasas, y el amoníaco, procedente de las proteínas”.

El hígado tiene más trabajo para eliminar estas sustancias y el cerebro reclama energía para funcionar. A medida que se alargan los días sin comer te sientes decaído, empieza el mal humor, te faltan vitaminas y minerales, el sistema inmunitario se debilita y los huesos comienzan a perder densidad. Además, el apetito sexual disminuye y, en las mujeres, el ciclo menstrual puede desaparecer.

“En personas con un peso normal un ayuno prolongado podría ser contraproducente”, asegura Gemma Sismilo. “La mayoría de estudios sobre la restricción calórica intermitente son de corta duración y la mayoría consiguen reducciones de peso similares a las conseguidas con una restricción calórica continuada” (una dieta adecuada al estilo de vida), añade.

“El ayuno prolongado podría generar un mensaje de ahorro energético en el hipotálamo y no resultar necesariamente en una pérdida de peso”, sostiene. ¿El hipotálamo? Sí, el cerebro gestiona el consumo de energía. No es solo una tarea del metabolismo, reducida a la matemática de cuántas calorías entran y cuántas salen.

“El hipotálamo es el centro del cerebro que regula el gasto energético. Se encarga de mantener más o menos constantes los depósitos de grasa y rige cuántas veces al día comemos, cómo distribuimos los nutrientes, si comemos mucho de noche, qué nutrientes comemos y combinamos... Todo determina si acumulamos o gastamos más o menos peso”.

A este funcionamiento del cerebro se le considera responsable, en parte, de la dificultad que tiene la gente de perder peso cuando lo intenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario