Las Orchidaceaes, como
se conoce científicamente a las orquídeas, son una familia de plantas
monocotiledóneas, es decir, que tienen un solo cotiledón (u hojas primordiales
en el germen de la semilla) en su embrión en lugar de dos.
Son
conocidas popularmente como Orquídeas, siendo este nombre común para catalogar
a más de 25 mil especies de esta flor, así como miles de híbridos.
Las
orquídeas se caracterizan por ser flores con formas complejas, además de tener
un sistema de reproducción llamativo para las abejas y los hongos.
Gracias a su
capacidad de adaptación, estas flores se han desarrollado en todo el mundo,
dejando su ambiente natural que era los trópicos. Han adquirido especial
importancia económica en América, y aún en la actualidad numerosos investigadores
se centran en su estudio buscando nuevas variedades y usos para la flor.
Cabe señalar que el
origen de su nombre data de aproximadamente el siglo V a.C., en donde el
filósofo griego Teofrasto nombró "Orchis" (ορχις) a la flor, palabra
que hace referencia a los testículos.
El erudito,
que escribió el primer tratado sistemático de botánica farmacológica, dio este
nombre a la planta al notar que presentaba dos tubérculos redondeados en la
base de sus raíces, los cuales se asemejaban mucho a los testículos de los
varones. Esto originó el actual nombre de "orquídea" con el que es
conocido este grupo de flores.
Tras la primera datación de
la orquídea en el siglo V a.C. en el libro "De historia plantarum"
del filósofo Teofrasto, se puede reconocer nuevamente el nombre de la flor en
las citas de Dioscórides sobre botánica en el siglo I d.C. Las referencias
griegas no terminan aquí, pero se encuentran también menciones de la orquídea
en la antigua China, aproximadamente en el siglo XI. La flor, por su forma que
se asemeja a la de los órganos sexuales, adquirió popularidad entre las
mujeres, siendo un símbolo de fertilidad que era obsequiado a las féminas que
querían tener hijos.
En América pre conquista se
reconoció a la orquídea por su variante Vanilloideae, la cual abarca hasta 70
especies, entre ellas, la vainilla. Los aztecas usaron esta flor para crear
bebidas fragantes y alimento que contenía también cacao y café. Las orquídeas
llegaron apenas unos siglos después a las Indias occidentales gracias a la
labor de evangelización de los jesuitas, quienes ingresaron la flor a esta zona
desde Europa.
Las primeras clasificaciones
de la orquídea datan recién del siglo XVIII cuando el botánico Carlo Linneo de
Suecia escribió al respecto en su compendio "Species plantarum". La
popularidad de la flor siguió creciendo, siendo incluso objeto de estudios de
especialistas como Charles Darwin que se interesó especialmente por su proceso
de reproducción.
A partir del siglo XIX, el
trabajo de los expertos se centró en encontrar y catalogar las especies de
orquídeas en el mundo, poniendo énfasis en sus características y diferencias.
Durante los últimos años, los avances científicos han permitido también crear
variedades hibridas de la flor que se adapten a las zonas no tropicales, a fin
de mantener las especies vivas y protegerlas de la depredación de los hombres.
Los cambios que ha
sufrido la orquídea en los últimos años por su migración y adaptación han
ocasionado que la flor adquiera particularidades en cada especie. Sin embargo,
existen una serie de características que destacan en todas ellas.
Por lo general, las orquídeas tienen tres
sépalos, dos pétalos y un labelo que sirve para atraer a los polinizadores. Su
forma permite que las abejas y los otros insectos puedan posarse cómodamente en
él. La estructura reproductiva de la orquídea forma una columna, fusionando sus
principales partes. El polen está cerca, unido a los polinios.
Con lo que respecta al fruto, este es una
capsula que contiene en su interior muchas semillas pequeñas de la flor, lo que
permite que esta se extienda rápidamente en un territorio.
Al florecer, llama la atención que la
orquídea gira 180 grados antes de abrirse para exponer totalmente el labelo a
los polinizadores. Esto se conoce como resupinación y está altamente
documentado por los investigadores por el curioso proceso que forma.
Las orquídeas, a diferencia de otras
flores, son productoras de néctar, sustancia cotizada por los polinizadores.
Esto asegura a la planta su reproducción incluso en situaciones adversas. Por
otra parte, las especies de orquídeas que no producen néctar son autógamas, es
decir, no necesitan polinizadores para producir semillas y continuar con la
especie. Por todo esto, esta flor se mantiene vigente en casi todo el globo.
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