jueves, 5 de noviembre de 2020

El “Papa Negro” y la iglesia de Satán: “El saber nos hará libres”

 

Anton Szandor LaVey, llamado el “Papa Negro”, fundó un individualista culto basado en el desprecio del cristianismo.

 


Uno de los personajes más enigmáticos del siglo XX fue Anton Szandor LaVey, fundador de la Iglesia de satán y denominado por muchos como el Papa Negro. LaVey nació en Chicago, Illinois, el 11 de abril de 1930, bajo el nombre de Howard Stanton Levey, del matrimonio conformado por un padre ruso y una madre ucraniana que habían emigrado a Estados Unidos en 1893. Poco tiempo después de nacer su familia se trasladó a California, donde pasó los primeros años de su infancia. Ya en su adolescencia, LaVey abandonó la escuela secundaria para unirse al circo, primero como trabajador y luego como músico tocando el organillo y como domador de leones, trabajando posteriormente como organista en bares, salones y clubes nocturnos de California.



LaVey pronto se aburriría de su vida de músico y se trasladaría a San Francisco donde presuntamente trabajó durante un tiempo como fotógrafo para el Departamento de Policía de esa ciudad, comenzando después sus primeras incursiones en el mundo del ocultismo como investigador psíquico para la policía. Lavey pronto comenzaría a ganar fama a través de sus pesquisas e investigaciones paranormales y actuaciones en directo como organista, atrayendo a conocidas personalidades y celebridades de San Francisco, con las cuales comenzó a reunirse los viernes por la noche en unas esotéricas reuniones semanales conocidas como el “círculo mágico”. Los miembros de esta especie de secta, fascinados por las novedosas ideas de Lavey, le plantearon que éstas constituían la base perfecta para fundar una nueva religión.



De ese modo, durante la noche del 30 de abril de 1966, fecha en la que en Europa se celebra la noche de Walpurgis o Noche de las Brujas, Lavey ritualmente se afeitó la cabeza, declaró la fundación de la Iglesia de satanás y proclamó 1966 como el “Anno satana”, vale decir, el primer año de la era de satanás. Tras fundar la Iglesia de satanás, los periódicos “Los Angeles Times” y el “San Francisco Chronicle” ya hablaban de LaVey como “El Papa Negro”. Y como un verdadero antiPontífice, LaVey comenzó a presidir bautismos satánicos y funerales satánicos, presentando incluso un álbum musical titulado “La Misa Satánica”.




En las postrimerías de los años 60’ y principios de los años 70’ LaVey era un personaje famoso y reconocido en Estados Unidos. Y supuestamente se le relacionaba con todo lo que pudiera conectarse con el diablo. En la contraportada del disco “Hotel California”, del grupo Eagles, donde se incluía la famosa canción del mismo nombre que hasta el día ha sido acusada de satánica, aparece una fotografía de este grupo posando en el vestíbulo del hotel Lido de Hollywood. En uno de los balcones, en medio de la penumbra, se distingue un tenebroso y misterioso personaje, calvo y con una afilada barba en forma de perilla, de quien muchos aseguraron que se trataba del mismísimo Anton Szandor LaVey. Los integrantes del grupo Eagles, consultados por este hecho, aseguraron que se trataba de una planta decorativa, aunque mucho después afirmaron que era un desconocido que se puso en el balcón por error. Casualmente, LaVey fundó en abril de 1966 la Iglesia de satán en la calle California Avenue, en San Francisco, lo que para algunos sirvió de inspiración para esta canción, a estas alturas un verdadero clásico de la música popular.



LaVey también asistió en 1968 al estreno de la mítica película de terror “Rosemary’s baby” (“El bebé de Rosemary”), la famosa cinta dirigida por Roman Polanski que convirtió a este excelente director polaco en una celebridad en el mundo del Séptimo Arte. Según se comentaba entre bambalinas, LaVey era amigo personal de Polanski, y habría supervisado todas las escenas relacionadas con satanismo que aparecen en la película. Incluso, según algunos, se le puede ver brevemente haciendo un “cameo” en la pesadilla en la que el diablo copula con Rosemary para engendrar a su hijo, rodeados de una multitud maléfica.

Según confesara el mismo Anton LaVey, sus principales influencias ideológicas se remontaban a la filósofa y escritora Ayn Rand, fundadora del objetivismo; Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán que proclamó que Dios estaba muerto; el ocultista inglés Aleister Crowley; el periodista, crítico social y librepensador norteamericano H.L. Mencken y el escritor Jack London, de los cuales estudió sus escritos para elaborar los rituales de su Iglesia de Satanás y “La biblia satánica”. Sus libros, entre los que destacan, además de “La biblia satánica”, “La bruja satánica” y “El libro de notas del diablo”, que venderían más de medio millón de copias en todo el mundo y le proporcionaron una gran fama, le valieron ser objeto de atención de numerosos artículos en medios de comunicación de todo el mundo, incluyendo algunas revistas muy populares y algunos programas de televisión. En los últimos años de su vida, el “Papa Negro” publicó algunos discos como “satan takes a holliday” (“satán se toma un feriado”), a pesar de que LaVey siempre mostró un claro desprecio por los que “oyen más el rock and roll de lo que leen La biblia satánica”.

Anton LaVey falleció finalmente el 29 de octubre de 1997 en el Hospital de Santa María, San Francisco, de un edema pulmonar. Su hija Karla, quien era gran sacerdotisa de su secta, informó en ese momento a la prensa que su padre había dejado establecido que en su tumba se debería poner el siguiente epitafio: “Sólo lamento las veces que he sido demasiado amable”. Sin embargo, para evitar que sus restos fueran utilizados en eventuales rituales satánicos, el cadáver de LaVey fue incinerado y sus cenizas fueron eventualmente divididas entre sus herederos, como parte de un acuerdo debido a que supuestamente poseían un gran poder oculto.

La iglesia de satán y la “filosofía” de LaVey

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la filosofía de Anton Lavey y los postulados de su iglesia difieren bastante de lo que se conoce comúnmente como satanismo (vale decir, hacer sacrificios o venerar a la figura del diablo). Anton LaVey parte acusando al cristianismo de ser una plaga en la tierra que atemoriza, reprime y no deja pensar a millones de personas, basándose en los postulados filosóficos del filósofo alemán Friedich Nietzsche, negando de paso la figura del diablo o satán como una entidad real y descriptible, tal como lo ven las creencias populares, judeocristianas y prácticamente todas las religiones. LaVey en sus escritos acusa al cristianismo de haberse aprovechado de esta idea para atemorizar a la gente, convirtiéndola de paso en su mayor benefactora en la Tierra. De ese modo, considera a satán simplemente como la representación de la inteligencia y la humanidad en la Tierra, basándose en su descripción original que hay en la Biblia, cuando satán era un ángel de Dios que pensaba por sí mismo ante de rebelarse contra Dios, cuando su nombre era “Luzbel” (que significa “portador de luz”) y no satán, nombre que significa “adversario” y que se le dio después de su caída del cielo y de ser desterrado al infierno.

El satanismo de LaVey y su iglesia de satán (una entidad que está reconocida legalmente en Estados Unidos) rechaza la noción de una dualidad entre el bien y el mal y ve al mundo desde un punto de vista relativista, donde todo está permitido y nada puede ser prohibido, pues todo es “humano”. Además, promueve valores como la indulgencia, el orgullo y la justicia, renegando en todo el momento del cristianismo e incluso de los sacrificios y profanaciones que los grupos llamados satánicos suelen realizar (según LaVey, éstos satanistas serían tan “estúpidos” como los mismos cristianos, al jugar el mismo juego que ellos, sólo que del otro lado de la balanza).

La biblia satánica de LaVey

La biblia satánica de LaVey, como se mencionó anteriormente, no reconoce la existencia de satanás como un ser real, sino como un símbolo que representa el materialismo. En su introducción, de hecho, advierte al lector que el “peso de las reglas de hipocresía ya no son necesarios, siendo la hora de volver a aprender la ley de la selva”. Este libro asegura también que lucifer, el portador de la luz, el espíritu de la iluminación, se hizo sinónimo de maldad a través de las enseñanzas cristianas. Y exalta la lujuria sexual por encima del amor espiritual, afirmando que éste no es más que una farsa, declarando de paso que la violencia sólo se debe resolver con violencia y que el amor al prójimo es una irrealidad utópica.

La biblia satánica de LaVey considera las preocupaciones cristianas por el siguiente mundo espiritual como un subterfugio y a la piedad como un signo de debilidad. La vida cristiana, para sus acólitos, es un “encuentro incoloro, inodoro e insípido con el estancamiento y el aburrimiento”. Por ello, la perfección personal y la exploración de los misterios más profundos de la vida sólo puede conseguirse apelando al carácter sensual de la humanidad.

La biblia satánica de Anton LaVey enumera nueve declaraciones que definieron el satanismo para una nueva era:

1. satán representa complacencia, en lugar de abstinencia.

2. satán representa la existencia vital, en lugar de sueños espirituales.

3. satán representa la sabiduría perfecta, en lugar del auto engaño hipócrita.

4. satán representa amabilidad hacia quienes la merecen, en lugar del amor malgastado en ingratos.

5. satán representa la venganza, en lugar de ofrecer la otra mejilla.

6. satán representa responsabilidad para el responsable, en lugar de vampiros psíquicos.

7. satán representa al hombre como otro animal, algunas veces mejor, otras veces peor que aquellos que caminan en cuatro patas, el cual, por causa de su “divino desarrollo intelectual”, se ha convertido en el animal más vicioso de todos.

8. satán representa todos los así llamados pecados, mientras lleven a la gratificación física, mental o emocional.

9. satán ha sido el mejor amigo que la iglesia siempre ha tenido, ya que la ha mantenido en el “negocio” todos estos años.

Anton LaVey, según algunos estudiosos de sus escritos, marcó una nueva tendencia en el satanismo, ya que creía firmemente en los derechos e intereses individuales y animaba a las personas a ser los dueños de su propio destino, fomentando “un nuevo tipo de espiritualidad”. Hoy, La Vey no sólo es recordado como el “Papa negro”, sino que también como el “abogado del diablo”.

 

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