Las personas se saludan de muchas maneras dentro del mismo territorio. Si se tiene cierta confianza, un par de besos en las mejillas es un tipo de saludo muy apreciado, incluso un abrazo, pero lo más educado y extendido, sobre todo entre desconocidos, es estrecharse la mano derecha.
EL ORIGEN DEL APRETÓN DE MANOS:
Existen
diversas teorías sobre los orígenes del apretón de manos. La primera y más
popular es que empezó como un gesto de
paz: demostraba que no se sostenía un arma y al mover las
manos arriba y abajo se aseguraba uno de que el otro no llevaba nada escondido
en la manga. Este gesto aparece ya
representado en el mundo griego en cerámicas y lápidas que
muestran a dioses cerrando tratos, guerreros que marchan al combate y almas de
los difuntos que llegan al inframundo. También los antiguos romanos lo
hacían cuando, por ejemplo, dos conocidos se encontraban
en el Foro, en el Senado o en una celebración.
Pero ¿cuál
es el auténtico significado de este gesto? Su amplia representación en diversos contextos hace
difícil su interpretación. En el siglo
XIX, en Estados Unidos parece ser que estrecharse la mano fue un modo de
saludarse impulsado por los cuáqueros (una comunidad religiosa fundada en
Inglaterra en el siglo XVII). Este grupo religioso pensaba que darse la mano era
una forma de saludo más "democrática" que hacer una reverencia o
descubrirse la cabeza. Era una manera de eliminar las jerarquías. De
hecho es algo que aún hacemos en la actualidad.
En 2015, un grupo de
científicos israelíes hizo un experimento. Grabó apretones de
manos entre cientos de personas desconocidas y se dieron cuenta con cierta
sorpresa de que casi un cuarto de los
participantes se olía las manos después. Así pues, a nivel biológico, ¿tal
vez el apretón de manos se usaba de un modo inconsciente para detectar señales
químicas y como medio de comunicación, como hacen algunos animales cuando se
huelen unos a otros?
EL BESO, UN SALUDO ÍNTIMO
Besarse,
aunque sea en la mejilla, es una forma de saludo mucho más íntima, aunque también se usa en el mundo occidental entre desconocidos. De
hecho, lo utilizaron los romanos que tenían tres versiones del beso: el osculum (beso en la mejilla, típico entre amigos), el basium (beso en los labios, destinado al esposo o
esposa) y el suavem (beso entre
amantes). El cristianismo incorporó muy pronto este
gesto y se usó en ceremonias religiosas. San Pablo, en su Epístola a los romanos, recomendaba a sus seguidores
"saludarse con un beso sagrado".
En la Edad Media se daba un
beso como señal de fidelidad y para sellar acuerdos. Se cree que
durante la terrible epidemia de
peste que asoló Europa en el siglo XIV, en Francia esta
costumbre pudo haberse abandonado y no se recuperaría hasta después de la Revolución Francesa,
en 1789.
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