Hacía
tiempo que el ritmo natural que durante siglos había caracterizado a las
colonias españolas de América se había alterado. Las guerras en Europa, las
mismas reformas borbónicas de la segunda mitad del siglo XVIII, la inquietud de
la aristocracia española americana y el descontento de muchos criollos,
generaban no pocas preocupaciones. El comercio con los ingleses y la
circulación de ideas liberales hacían que la sociedad de los estratos sociales
definidos y duraderos comenzara a resquebrajarse.
La junta propuesta por el Cabildo se componía,
además de Cisneros, por una vocalía integrada por Cornelio Saavedra y Juan José
Castelli (criollos) y el párroco de Monserrat, Juan Nepomuceno Solá, y el
comerciante José de los Santos Inchaurregui (españoles). De inmediato, desde
los suburbios porteños cundió el descontento general. Castelli y Saavedra, que
no habían sido siquiera consultados, renunciaron a integrar la junta, y
patricios y Arribeños tomaron las armas. Recomenzaron así las
discusiones de los patriotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario