La inflamación
de la próstata es conocida como prostatitis y puede tener
origen bacteriano o producirse sin detección de bacterias. Es una patología muy
molesta que provoca dificultad al orinar y muchas veces acompañado con dolor en
los genitales o zona pélvica. No existe un rango de edad para sufrir la
enfermedad aunque aquellos hombres mayores de 50 años son más vulnerables.
La persistencia de la
enfermedad dependerá del origen que tenga y del tratamiento que se haga. De
esta forma cuando está asociada a una bacteria, con administrar antibióticos es
suficiente. Sin embargo, se debe tener en cuenta que a veces se puede convertir
en una patología crónica, a veces se produce el compromiso de la musculatura
del suelo pélvico, que experimenta una contractura dolorosa, por lo que se debe
consultar con el especialista cuanto antes para evitar llegar a este punto y,
sobre todo, averiguar el origen de la misma. En ocasiones la fisioterapia
pélvica ayuda al alivio de los síntomas.
Los efectos que tiene esta
enfermedad son muy molestos y merman la calidad de vida del paciente. El dolor
antes mencionado, ardor o dificultad al orinar, nicturia, urgencia miccional,
hematuria, molestias al eyacular y finalmente, cuando es una prostatitis
bacteriana aguda pueden aparecer síntomas similares a los de la gripe.
Identificar el origen de la
enfermedad es fundamental para poder tratarla de forma adecuada y que no se
convierta en crónica. Aun así existen pautas para prevenir la aparición de esta
inflamación o en general de síntomas relacionados con la próstata. Se trata de
una serie de medidas que evitan la irritación de la próstata.
Por ejemplo, evitar el
consumo de alcohol ya que, junto con el café, el té y el tabaco es un irritante
del tracto urinario inferior. La hidratación aquí también juega un papel
fundamental y es que aunque esta enfermedad provoque en muchos casos urgencia
miccional, se debe seguir llevando una correcta hidratación.
En cuanto a la alimentación
se debe restringir el consumo de azúcares, hidratos de carbono y carnes rojas
ya que favorecen los procesos inflamatorios. Por otro lado, hay que incluir
verduras, frutos secos y pescado azul en la dieta ya que previenen la
inflamación al contener ciertos nutrientes como el omega 3, flavonoides,
licopeno, betacarotenos…
Finalmente, el sobrepeso y
el sedentarismo es uno de los grandes factores de riesgo para enfermedades
prostáticas, al igual que ocurre para otras muchas enfermedades como las
cardiovasculares.
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