lunes, 28 de junio de 2021

Un estudio científico demuestra por qué el estrés produce canas antes de tiempo-

 

El sistema nervioso simpático, encargado de responder con rapidez a amenazas externas, es el responsable de que los folículos pilosos se queden sin coloración, lo que acaba desatando la aparición de canas.



Peinar canas no solo es cosa de la edad. Amén de posibles explicaciones genéticas, la rapidez con la que el cabello se vuelve blanco puede responder al estrés que hemos soportado durante un determinado período de tiempo. Cuenta la leyenda que la reina María Antonieta perdió completamente la coloración del cabello durante los meses que estuvo recluida en prisión antes de ser ejecutada. También se dice que la cabellera de Thomas Moore se volvió totalmente blanca mientras esperaba en su celda de la Torre de Londres la llegada de su ajusticiamiento.

Sin embargo, mitos aparte, la comunidad científica lleva tiempo preguntándose qué extraño mecanismo causa la decoloración súbita del cabello. Un equipo de neurólogos de la Universidad de Harvard parece haber dado con la respuesta: la culpa la tiene nuestro sistema nervioso simpático, que, ante un episodio intenso y prologado de estrés, dejaría a los folículos pilosos sin melanocitos, las células responsables de la pigmentación del pelo.



Para llegar a esta conclusión, los científicos hicieron experimentos con ratones, a los que expusieron a situaciones de estrés. Descubrieron que cuanto más sufrían, más se resentían las células madre halladas en la base de los folículos pilosos, las cuales se diferencian en otras células concretas, llamadas melanocitos, responsables de la coloración del cabello. El estrés hace que aquellas proliferen a mayor velocidad e intensidad, hasta que llegan a agotarse, lo que acaba dejando a nuestro cabello sin la herramienta responsable de la coloración.

Como el estrés afecta a todo el cuerpo, los científicos tuvieron que ingeniárselas para encontrar el mecanismo específico que provocaba el blanqueamiento capilar. Al principio, el equipo pensó que una situación significativamente estresante podría desencadenar un ataque del sistema inmunitario. Para comprobarlo, inyectaron a los ratones una sustancia parecida a la capsaicina, el compuesto químico que provoca, por ejemplo, que las guindillas nos produzcan irritación. Pero descubrieron que incluso los ratones que a los que habían desactivado el sistema inmunitario acababan con el pelo blanquecino.

Después pensaron que el responsable podría ser el cortisol, una hormona secretada como respuesta al estrés. Pero se dieron cuenta de que aquellos ratones a los que se les había extirpado la glándulas suprarrenales, productoras de esta hormona, seguían tiñendo su pelo de blanco. Después de múltiples pruebas, los investigadores descubrieron que el culpable era el propio sistema nervioso, el cual intentaba compensar las carencias provocadas por lo que interpretaba como una posible amenaza.

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