Era fines de la década de 1880 en la ciudad de
Rajkot, India. La reunión debía tener lugar a orillas del río local, y la
discreción era esencial.
Mahatma Gandhi, que
era solo un adolescente en ese momento, no les había dicho a sus padres a dónde
iba; si se hubieran enterado, se habrían muerto del shock.
Resulta que Gandhi
estaba haciendo un picnic. Y en esta ocasión el futuro héroe nacional de India,
y uno de los vegetarianos más famosos de la historia, no planeaba comer
sándwiches de pepino. No, por primera vez
en su vida iba a comer carne.
Como contaría luego en su
biografía, Gandhi fue criado como un estricto hindú Vaishnava, por lo que nunca
había visto carne antes de este fatídico día.
Pero su compañero de picnic era un personaje
sombrío que tenía una obsesión inusual: estaba convencido de que la carne era
la clave para ser física y mentalmente fuerte.
Al final, Gandhi se
animó a probar la carne. Era dura como el cuero.
La idea de que evitar la carne es mala para
nuestro cerebro tiene sentido desde lo intuitivo.
Los antropólogos han
estado discutiendo acerca de lo que comieron nuestros antepasados durante
décadas, pero muchos piensan que se masticaron muchos huesos y se sorbieron
muchos cerebros en el camino hacia la evolución de estos notables órganos de
Algunos incluso han
llegado a decir que el consumo de carne es lo que nos hizo humanos.
Una razón es que la inteligencia es costosa: el cerebro devora alrededor del 20% de nuestras
calorías diarias, aunque solo representa el 2% de nuestro peso corporal.
Y qué mejor manera
de encontrar la enorme variedad de grasas,
aminoácidos, vitaminas y minerales que estos órganos exigentes requieren que
comiendo animales, que ya los han recolectado o creado minuciosamente.
Pero aunque es
difícil imaginar a nuestros antepasados eligiendo comer nabos en lugar de atún,
hoy la historia es diferente.
Según las últimas
estadísticas, hay alrededor de 375 millones de vegetarianos en el planeta.
En Occidente, el
veganismo ha abandonado el estigma hippie para convertirse en una de las
tendencias milenarias de más rápido crecimiento.
En Estados Unidos
creció un 600% entre 2014 y 2017. Mientras tanto, en India, las dietas sin
carne han dominado desde el siglo VI a.C.
Por un lado, la reciente preocupación por las
brechas nutricionales en las dietas basadas en plantas ha dado lugar a una
serie de titulares alarmantes, incluida una
advertencia de que pueden retrasar el desarrollo del cerebro y causar daños
irreversibles al sistema nervioso.
En 2016, la Sociedad
Alemana de Nutrición llegó a afirmar categóricamente que, para niños, mujeres
embarazadas o lactantes y adolescentes, no se recomiendan las dietas veganas,
lo que ha sido respaldado por una revisión de la investigación realizada en
2018.
En Bélgica, forzar a
tus hijos a comer una dieta vegana puede llevarte a pasar tiempo en prisión.
Pero, por otro lado, si
abstenerse de comer carne tuviera un impacto real en nuestro cerebro, uno
pensaría que ya nos habríamos dado cuenta.
Entonces, ¿está
realmente dañando nuestros intelectos, o todo esto es solo miedo a lo
desconocido?
Idealmente, para
probar el impacto de la dieta vegana en el cerebro tomarías a un grupo de
personas seleccionadas al azar, le pedirías a la mitad que deje de comer productos
de origen animal y luego verías qué sucede
Pero no hay un solo estudio que sea así.
En cambio, la única
investigación parecida hizo lo reverso: se llevó a cabo en 555 escolares en
Kenia, que fueron alimentados con uno de tres tipos diferentes de sopa -con carne, con leche o con aceite- o no
recibieron sopa, durante siete períodos escolares.
Fueron examinados antes y después, para ver
cómo se comparaba su inteligencia.
Debido a sus
circunstancias económicas, la mayoría de los niños eran vegetarianos de facto
al comienzo del estudio.
Sorprendentemente, los niños que recibieron la sopa que contenía
carne cada día parecían tener una ventaja significativa.
Al final del
estudio, superaron a todos los demás niños en una prueba de razonamiento no
verbal.
Junto con los niños
que recibieron sopa con aceite, también fueron los mejores en una prueba de habilidad
aritmética.
Por supuesto, se necesita más investigación
para verificar si este efecto es real y si también se aplicaría a adultos en
países desarrollados. Pero plantea preguntas intrigantes sobre si el veganismo
podría estar frenando el desarrollo mental de algunas personas.
De hecho, hay varios nutrientes cerebrales importantes que
simplemente no existen en plantas u hongos.
La creatina, carnosina, taurina, EPA y DHA omega-3 (el tercer tipo se
puede encontrar en las plantas), el hierro
hemo y las vitaminas B12 y D3 generalmente solo se encuentran
naturalmente en alimentos derivados de productos animales, aunque pueden
sintetizarse en el laboratorio o ser extraídos de fuentes no animales como
algas, bacterias o líquenes, y agregado a suplementos.
Otros se encuentran
en alimentos veganos, pero solo en pequeñas cantidades.
Para obtener la
cantidad mínima de vitamina B6 requerida cada día (1,3 mg) de una de las
fuentes vegetales más ricas, la papa, debe comer aproximadamente cinco tazas
(equivalente a aproximadamente 750 gr).
Y aunque el cuerpo puede producir algunos de
estos compuestos cerebrales vitales a partir de otros ingredientes en nuestras
dietas, esta capacidad generalmente no es suficiente para compensar estas
grietas en la dieta.
Para todos los
nutrientes enumerados anteriormente, se ha
demostrado que los vegetarianos y veganos tienen cantidades más bajas en sus
cuerpos.
En algunos casos, la
deficiencia no es la excepción, es completamente normal.
Por ahora, el
impacto que estas deficiencias están teniendo en la vida de los veganos es en
gran medida un misterio. Pero una pequeña cantidad de estudios recientes han
proporcionado algunas pistas, y lo que dicen es inquietante.
"Creo que el hecho de que se están
popularizando las dietas basadas en plantas está teniendo algunas repercusiones
reales", dice Taylor Wallace, científico experto en alimentos y CEO de la
firma de consultoría de nutrición Think Healthy Group.
"No es que lo
basado en plantas sea inherentemente malo, pero no
creo que estemos educando a la gente lo suficiente sobre los nutrientes que
se derivan principalmente de los productos animales".
Uno de los desafíos
más conocidos para los veganos es obtener suficiente vitamina
B12, que solo se encuentra en productos de origen animal como los huevos y
la carne.
Otras especies lo
adquieren de bacterias que viven en sus tractos digestivos o heces.
Lo absorben
directamente o lo ingieren comiendo su propia caca, pero desafortunadamente (o
afortunadamente, dependiendo de cómo se lo mire) los humanos tampoco pueden hacer
esto.
"Hay algunos casos trágicos de niños cuyos cerebros
no se desarrollaron debido a que sus padres eran veganos mal informados",
dice David Benton, quien estudia el vínculo entre nuestras dietas y la química
cerebral en la Universidad de Swansea.
Un niño, por
ejemplo, no podía sentarse o sonreír. Otro entró en coma.
Más adelante en la vida, la cantidad de
vitamina B12 en la sangre de una persona se ha correlacionado directamente con
su coeficiente intelectual.
En los ancianos, un
estudio encontró que los cerebros de aquellos con B12 más bajo tenían seis
veces más probabilidades de encogerse.
Aun así, niveles bajos de B12 es algo muy extendido entre
los veganos. Un estudio británico encontró que la mitad de los veganos
analizados tenían una deficiencia.
En algunas partes de
la India, el problema es endémico, posiblemente como consecuencia de la
popularidad de la dieta sin carne.
También falta hierro
Otro nutriente que escasea en la dieta vegana típica es el
hierro. Aunque a menudo lo asociamos con la sangre, el hierro también
desempeña un papel destacado en el desarrollo del cerebro y es esencial para
mantener el órgano sano durante toda nuestra vida.
Por ejemplo, un
estudio de 2007 encontró que administrar suplementos de hierro a mujeres
jóvenes condujo a importantes ganancias intelectuales.
En aquellas cuyos niveles de hierro en sangre
aumentaron en el transcurso del estudio, su desempeño en una prueba cognitiva
mejoró entre cinco y siete veces, mientras que las participantes cuyos niveles
de hemoglobina aumentaron, experimentaron mayor velocidad de procesamiento.
Es sorprendentemente fácil caer en una deficiencia de
hierro,
a pesar de que constituye el 80% de la masa interna de nuestro planeta.
Los veganos son
particularmente propensos, porque el tipo de hierro que el cuerpo absorbe más
fácilmente es el "hierro hemo", que solo se encuentra en las
proteínas animales.
Un estudio alemán
encontró que el 40% de los veganos que participaron del trabajo consumían menos
de la cantidad diaria recomendada.
Otras deficiencias
comunes entre los veganos incluyen D3,
omega-3, selenio, ácido fólico y yodo.
Aunque el cuerpo
puede producir D3 cuando la piel está expuesta a la luz solar, esto no compensa
el faltante en las dietas de los veganos.
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