La idea
de libertad y, en concreto, la idea cristiana de libertad, centró la catequesis
pronunciada por el Papa Francisco este miércoles 20 de octubre en la Audiencia
General que presidió en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Para el Santo Padre,
recordando la enseñanza del apóstol San Pablo en su Carta a los Gálatas, “la
libertad no es hacer lo que nos apetezca o nos guste”, es decir, una libertad
basada en el instinto. “Ese tipo de libertad, sin un fin o sin una referencia,
sería una libertad vacía”.
Es una libertad que “deja
un vacío dentro”. En ese sentido, el Pontífice lamentó que “cuántas veces,
después de haber seguido sólo el instinto, nos damos cuenta de que nos ha
quedado un gran vacío dentro y que hemos usado mal el tesoro de nuestra
libertad, la belleza de poder elegir el bien verdadero para nosotros y para los
demás”.
El Papa explicó que, con el
Bautismo, los cristianos han pasado “de la esclavitud del miedo y del pecado a
la libertad de hijos de Dios”. Pablo, en su Carta a los Gálatas, afirma que la
libertad “no puede ser un pretexto para la carne”.
Es
decir, “la libertad”, continuó el Papa, “no significa vivir de forma libertina,
según la carne o según el instinto, según las apetencias individuales y los
propios impulsos egoístas”.
Más bien, la libertad es lo
contrario: “La libertad de Jesús nos lleva a estar al servicio los unos de los
otros”, como enseña el apóstol Pablo.
“En otras palabras, la
verdadera libertad se expresa plenamente en la caridad. Una vez más nos
encontramos ante la paradoja del Evangelio: somos libres en el servicio, nos
encontramos de forma plena en la medida en que nos donamos, poseemos la vida si
la perdemos”.
¿Cómo se explica esta
paradoja?, planteó el Santo Padre. “La respuesta del apóstol es tan simple como
comprometida: mediante el amor. Es el amor de Cristo lo que nos ha liberado y
es el amor lo que todavía nos libera de la peor de las esclavitudes, la de
nuestro propio yo. Por ello, la libertad crece con el amor”.
“Pero, atención: no con el
amor íntimo, de telenovela, no con la pasión que solo busca lo que nos apetece
y nos gusta, sino con el amor que vemos en Cristo, la caridad: ese es el amor
verdaderamente libre y liberalizador. Es el amor que brilla en el servicio
gratuito, modelado por Jesús que lava los pies a sus discípulos y dice: ‘Os he
dado un ejemplo para que también hagáis lo que yo hago con vosotros’”.
Francisco destacó que “la libertad, guiada por el amor, es la
única que hace libre a los demás y a nosotros mismos, que sabe escuchar sin
imponer, que sabe querer bien sin forzar, que edifica y no destruye, que no
explota a los demás para su comodidad y que hace a los demás el bien sin buscar
su propio beneficio”.
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