domingo, 31 de octubre de 2021

Hoy recordamos al virtuoso Cándido López, entre la pintura, la guerra de la Triple Alianza y la historia.

 


El Museo Histórico Nacional exhibe “Cándido López, entre la pintura y la historia”, una muestra que recorre la obra del pintor argentino que retrató la Guerra de la Triple Alianza desde las trincheras. López fue soldado y cronista: escribió un diario y bocetó en carbonilla escenas de la guerra en la que una coalición -formada por Uruguay, Argentina y Brasil- luchó contra Paraguay entre 1864 y 1870. Ahí, en la batalla, López perdió el brazo derecho, reeducó el izquierdo y llevó parte de esos bocetos al lienzo. La muestra cuenta con 23 cuadros pintados al óleo. Se puede visitar hasta el 4 de junio. 


 

Los óleos de López tienen gran valor artístico y testimonial. “Él fue un actor del proceso histórico, pintó lo que padeció en los frentes de batalla. Fue a la guerra con las armas, pero también con el papel y el lápiz para reflejar lo que pasaba”, explica el encargado del Área de Investigación del Museo Histórico, Miguel Ruffo.



Antes de la guerra, Cándido era fotógrafo daguerrotipista y se dedicaba a retratar pequeñas ciudades de Buenos Aires y el sur de Santa Fé. Luego, comenzó a explorar la pintura y recibió las enseñanzas del pintor italiano Baldassare Verazzi. Cuando estalló la Guerra de la Triple Alianza planeaba un viaje a Europa para perfeccionar su arte, pero decidió enrolarse en el ejército para luchar en la guerra. 



Ahí registró cada momento, bocetó noventa cuadros y relató en un diario sus vivencias. “Al presentarme como soldado voluntario en defensa de mi Patria en una guerra nacional, me propuse también servirle como historiador con el pincel”, narró López en una carta que le envió a Bartolomé Mitre en junio de 1887.



Su vida y su arte dieron un vuelco en la batalla de Curupaytí, cuando un casco de granada le destrozó la mano derecha y tuvieron que amputarle el brazo para detener la gangrena. El “manco de Curupaytí”, como se lo conoció desde entonces, se vio obligado a entrenar su mano izquierda y, con el correr de los años, llegó a pintar cincuenta y dos cuadros. Algunos piezas representan campamentos, otras narran batallas o los momentos en que un río es cruzado de orilla a orilla. “Uno puede ver ciertas constantes en su obra -explica Ruffo- por ejemplo los cielos, del bosque, los árboles, el agua. Los cielos encapotados revelan una especie de ocultamiento de la luz por lo que está ocurriendo, una guerra que trae aparejadas la herida y la muerte”.



El historiador Roberto Amigo, en su libro Imágenes en guerra: La Guerra de la Triple Alianza y las tradiciones visuales en el Río de la Plata, explica que la mayoría de los cuadros fueron acompañados con textos explicativos de los sucesos. “Esos textos presentan también una curiosidad: describir lo que no se ve. Así, el pintor informó que tal batallón no aparece en el cuadro, por cuestiones espaciales, pero ofrece su ubicación exacta, otorgando la posibilidad de reconstruir toda la escena”, señala Amigo.



El propio López declaró en su carta a Mitre: “No será por cierto una obra maestra de la pintura, pero es la verdad de los hechos y de los detalles, salvados del tiempo para servicio de la historia y de mi patria”. El pintor nunca le dio relevancia plástica a su obra, sin embargo, sus cuadros fueron reconocidos tanto artísticamente como por su valor testimonial. “Más allá de todo el valor estético que tiene su obra, es una fuente documental no solo para el proceso histórico sino también para el proceso medioambiental de toda esa región”, explica Viviana Mallol, coordinadora técnica del Museo Histórico Nacional y curadora de la muestra.

“Es el artista más original de la segunda mitad del siglo XIX”, define Miguel Russo. La muestra “Cándido López, entre la pintura y la historia” es una oportunidad para conocerlo.

 

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