Ser pesimista no es más que un tipo de
actitud fundada o infundada ante la vida. Hablamos de una forma de pensar que
aplica un filtro sobre la percepción de la realidad y sobre las predicciones
que la persona hace de ella. Es decir, todo cuanto ocurre o puede ocurrir a
su alrededor será interpretado de manera negativa. Cree que vive en el peor
mundo posible, rodeado del peor entorno y con unos recursos que, más que
facilitar su adaptación, la dificultan.
¿Por qué no merece la pena ser pesimista?
Sin embargo, y pese a lo que se piensa de forma errónea, un pesimista no es una persona necesariamente triste. Es decir, que no todos estos individuos tienen esta forma de interpretar la realidad por algún síntoma depresivo o por cualquier dolor emocional. En una persona pesimista suele preponderar la tristeza, pero no es obligatorio que ambas vayan unidas.
Sin embargo, sí que es cierto
que la pena suele acabar por aparecer. Así, a sensación sostenida en el tiempo
de que nos rodea un escenario poco favorable podría desembocar en la
desesperanza e incluso en la indefensión aprendida, pues bajo la lógica pesimista no merecería la
pena luchar por ser mejor o esforzarse por progresar o mejorar.
No obstante, y aunque ser pesimista no merezca la pena, no todos
aquellos que ostentan este tipo de actitud lo hacen de la misma forma. Por otro
lado, es una forma de pensar que se puede dar ante
ciertas injusticias o situaciones, pero que no sea el día a día de la persona
pesimista. Un aspecto positivo del pesimista es que suele preferir la verdad a que le endulcen con una mentira.
Lejos del “ojos que no ve, corazón que no sienten”, prefieren otra versión que
reza que “ojos que no ven, pies que tropiezan”.
Sin embargo, por más que sean buenos aceptando verdades incómodas, también es cierto que no buscan entender lo que ocurre con objetividad.
Simplemente esperan lo peor, y creen que todo es malo y se basa en falsedades
convenientes. Es decir, es como si algo que es cierto, por fuerza o naturaleza
ha de ser negativo o normal, pero no bueno.
Lo negativo
siempre es el centro de atención:
Como es interpretable, una
actitud pesimista siempre enfatiza y se focaliza en lo malo. Así pues, cuanto funciona de
forma correcta, lo hace como debe y no le llama la atención. Todo lo demás es
directamente negativo.
Son
muy afines al dicho popular de “piensa mal y acertarás”. Son personalidades tendentes a escudarse de la frustración no
esperando nunca nada bueno de nada ni de nadie. De hecho, dan por sentado que
nada irá a mejor a no ser que se esfuercen y, aún así, es probable que no vaya
nada bien.
Su
actitud pesimista, en cierta medida, protege a estas personas frente a la
decepción. Rara vez se pasaran ajustando las expectativas por encima, de manera
que la realidad casi siempre les sorprenderá en positivo. Por otro lado, no es
necesario ser una persona pesimista para utilizar esta estrategia, ya que
todos, para intentar protegernos, la hemos utilizado alguna vez.
Viven más procesos de duelo:
Las
personas pesimistas viven más procesos de duelo. Además de las pérdidas reales
que tienen que afrontar se tienen que enfrentar a las pérdidas que anticipan. De
manera que en muchos casos viven procesos de duelo imaginarios, ya que esa
pérdida, el peor de los casos en el que se ponen, nunca llega a producirse.
Una actitud que puede estar latente o
utilizarse de manera inconsciente.
El pesimismo no está bien visto
socialmente (aún menos desde que la psicología positiva está tan de moda), por lo que las personas que
utilizan este filtro tienden a ocultarlo. Por otro lado, muchas veces es una
actitud tan aprendida, un filtro tan automático, que la persona lo utiliza sin
tener conciencia de que lo hace.
De una forma continuada o puntual, el pesimismo es un filtro y una actitud que utilizamos con frecuencia. Bueno o malo, buena o mala, eso lo tendrá que decidir cada uno.
Lo que sí dice la ciencia es que un optimismo contenido parece
ayudarnos, sobre todo en el afrontamiento de problemas, aunque
solo sea para alinear a nuestro favor el fenómeno de la profecía autocumplida.
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