En política no hay sorpresas. Hay doble discurso y doble moral, salvo honrosas excepciones. Por eso muchos ciudadanos respetables, lo cual es malo porque podrían servir al país, se niegan a participar en política activa y miran los toros de lejos, aunque critiquen en voz baja e impotentes la realidad de demagogia y corrupción.
En política hay un discurso para un auditorio que quiere enviar el poder y otro para las masas, a las que hay que tenerlas obnubiladas, contentas, controladas y alienadas con propaganda oficial, con pan y circo y hasta con fe ciega, que se ve en las religiones pero hoy se habla de “santos políticos”, con velas en fotografías y afiches.
Sin embargo de este
discurso y la obra y la ayuda social, que no se puede negar, solo contribuyen a
paliar los problemas, sin resolver sus estructuras. Los temas de fondo siguen
latentes, especialmente de trabajo, producción y seguridad, que permiten
avanzar en desarrollo.
Los casos de Venezuela y Argentina son ejemplos de
ello. En el primero, pese a los enormes recursos económicos y el ingreso de
miles y miles de millones de dólares por la venta del petróleo persiste la
pobreza, tiene la inflación más alta de la región y hay una continua escasez de
alimentos aunque tengan una foto del “nuevo santo”.
En el segundo caso, se agrava por la
situación económica y el alto costo de vida, en medio del escándalo y las
indagaciones judiciales por denuncias de corrupción de altos funcionarios y ex
funcionarios. Es una afrenta conocer los datos confirmados de cómo se han
enriquecido, que saltaron de la pobreza a la riqueza tras trabajar para la
familia presidencial o el Estado y haberse servido del país. Se han exhibido
pruebas de lujosas propiedades, vehículos caros, el plano y videos de una
bóveda para guardar valores en una casa de los mandatarios.
Los hechos han sido revelados por ex
colaboradores de confianza. Por tanto no es invento de la prensa pero cuando
los medios informan generan ira y odio en el poder, que trata de contrarrestar,
acusar al mensajero y convencer a la gente que es mentira, con una enorme
propaganda oficial, en lugar de esclarecer y exigir que actúen los organismos
de control y la justicia.
Lo que no terminan de entender los
administradores de turno es que no hay crimen perfecto. El poder no es eterno,
algún día se termina y más temprano que tarde se hacen públicas las
irregularidades, abusos y atropellos del poder. La diferencia es que existen
países en donde brilla la impunidad, se protege a los responsables y se castiga
o intenta sancionar a los denunciantes, en medio de la actuación cómplice de
entes de control e investigación y judiciales. En otros, como Perú, hay un
mandatario preso y decenas de ex altos funcionarios y hasta generales de FF.AA.
sentenciados y en la cárcel .
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