Desde 2018 que se celebra Día Internacional para recordarnos la importancia de las Abejas. El último gran incendio que ocurrió el pasado verano en Gran Canaria arrasó unas 800 colmenas y con ello una cifra aproximada de 50 millones de abejas. Cuando las abejas detectan el humo, lo primero que hacen es dirigirse a la colmena para proteger a la reina y si la colmena es alcanzada, todas perecen.
Las abejas y otros polinizadores, como las mariposas
y pequeñas aves, como por ejemplo, el colibri y hasta los murciélagos,
permiten la reproducción de muchas plantas, incluidos los cultivos para alimentación.
Sin abejas, simplemente las plantas no se
reproducirían y nosotros los humanos necesitamos de las plantas para poder
vivir.
Un ecosistema sin polinizadores no puede completar
sus ciclos vitales. Pero no solo eso además nos regalan un producto con
múltiples cualidades beneficiosas.
Las
abejas son mucho más que un pequeño insecto que fabrica miel y con el que los
seres humanos compartimos el planeta, pues son las encargadas de polinizar
vegetales en parcelas cercanas a sus colmenas, lo que contribuye a mejorar la
biodiversidad, para que después, los polinizadores como pájaros, mariposas y
murciélagos transporten el polen de flor en flor para fertilizar a las plantas.
Este proceso permite la germinación de semillas y el crecimiento de frutos, es
decir, sin abejas no habría alimentos.
Dado lo anterior, la
Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 20 de mayo el Día Mundial de
las Abejas para llamar la atención sobre la importancia de preservar las abejas
y otros polinizadores. Esta fecha coincide con el nacimiento de Anton Janša, un
apicultor esloveno del siglo XVIII, pionero de la apicultura moderna.
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