martes, 15 de marzo de 2022

¿Por qué NO logramos calmar el apetito?

 

El hambre es la manera en la que nuestro cuerpo nos lleva a buscar comida y a alimentarnos para seguir vivos. Es un instinto humano poderoso que nos puede obligar a adoptar conductas extremas.

El hambre es la respuesta de nuestros cuerpos a haber comido menos de lo normal. Es resultado de la lectura de nuestro cerebro de cambios en los niveles de hormonas y nutrientes en la sangre.



Nuestra reacción a este sentimiento es lo que nos puede llevar a comer alimentos poco aconsejables o en exceso.

Pero, si entendemos nuestra hambre, ¿podemos controlarla mejor?

La manera en la que nos sentimos está muy influenciada por lo que comemos.

Si no nos sentimos llenos, nuestros cerebros van a seguir queriendo que busquemos alimentos.

Distintas clases de comida afectan al cerebro de varias maneras.

Por ejemplo, las grasosas engañan al cerebro señalándole que hemos ingerido menos calorías, lo que nos lleva a comer de más. Eso se debe a que los alimentos grasos, como la mantequilla o las frituras, están densamente cargadas de energía.

La fibra, en contraste, provoca la liberación de las hormonas intestinales que hacen que uno se sienta lleno. Una dieta baja en fibra, con poco o nada de productos integrales o fruta y vegetales, puede exponernos a sentirnos hambrientos.



Los alimentos con un bajo índice glucémico (IG), como las nueces, vegetales y granos, liberan su energía más lentamente que aquellas con IG alto, como el pan blanco y el azúcar. Así que ingerir más de los primeros controla el apetito incrementando los niveles de hormonas intestinales que te ayudan a sentirte satisfecho.

Las hormonas pueden tener un efecto poderoso en nuestras dietas también.

Las hormonas son moléculas que regulan los procesos biológicos y actúan como señales químicas entre nuestros órganos.

Dos hormonas, llamadas péptido similar al glucagón tipo 1 y péptido Tirosina Tirosina -o mucho mejor GLP-1 y PYY-, envían mensajes desde los intestinos al cerebro para avisar cuando estamos llenos.

Sus niveles aumentan después de comer, pero hay gente con bajas cantidades de estas hormonas. En su caso, deben tener aún más cuidado a la hora de comer, pues tienen menos posibilidades de sentirse llenos tras ingerir una porción normal.

Hay otras hormonas que influyen en el hambre. Dos importantes que marcan la diferencia entre el hambre y la satisfacción son leptina y gherelina.

La leptina es liberada desde las células grasas que forman el tejido adiposo del cuerpo, que todos tenemos, y controlan el apetito, mientras que la gherelina es la que hace que el estómago suene para recordarnos de que hay que comer.

La gente obesa a menudo desarrolla una resistencia a los efectos de la leptina, debido a que durante un largo período sus cuerpos se han ido acostumbrando a altos niveles, lo que disminuye su efecto.

Cuando una persona con sobrepeso hace dieta, la reducción de leptina que acompaña cualquier caída en las reservas de grasa, puede sentirse como si se estuviera muriendo de hambre.

¿Hay alimentos, bebidas o píldoras para reducir el hambre?

Hay varias cosas a las que se les asigna la capacidad de ayudar a reducir el apetito. He aquí tres de ellas. En 2011, un estudio mostró que el extracto de té verde reducía el aumento de peso en ratones obesos. El extracto disminuyó la capacidad de los ratones de absorber grasa, pero no redujo su apetito.

Usualmente sólo se las prescriben a la gente obesa. Hay drogas para ayudar a disminuir el apetito o alentar la pérdida de peso. Pero pueden tener efectos secundarios desagradables.

Las almendras contienen mucha fibra, así como vitaminas y minerales. Un tentempié que consista de un puñado de almendras podría reducir el hambre por unos 30 minutos.

 

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