miércoles, 18 de mayo de 2022

ARGENTINA: Finalizó la 46 Edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires con casi 1.400.000 visitantes.

 


 

Durante sus 19 días, más de 1.324.500 visitantes recorrieron los 41.590 metros cuadrados de la Feria que estuvo repleta desde la primera hasta la última jornada.
Concluyó ayer el acontecimiento cultural más importante de la región, fueron 19 días de una Feria intensa y cautivadora, que ofreció actividades para todos los públicos y superó todas las expectativas. A continuación, un recorrido por los hechos más salientes de esta edición.
La enorme -enormísima- cantidad de público que la visitó todos los días y a todas las horas, las ventas que en muchos casos superaron las expectativas en cada stand, y la avidez por conseguir un lugar, una sillita, un rinconcito, en alguna sala para escuchar a un escritor admirado la mantuvieron caliente todo el tiempo.





«Teníamos gran miedo con respecto a la asistencia de la gente a causa de la pandemia, pero se nos fue rápido. Ya en los primeros días, cuando vimos la multitud de gente que había para entrar, pudimos respirar más tranquilos», dice a Infobae Leamos Francisco Viconti, de Blatt & Ríos. Su sensación condensa la de editores, libreros y periodistas que habitan la Feria del Libro desde hace decenas de ediciones y que repiten un veredicto. «Nunca la vi así, tan tan tan llena», repiten los habitués que vieron de todo en estos pabellones pero cuya capacidad de asombro recibió una caricia en las últimas semanas.

 

Reencuentros emotivos y fila para todo:
Una historia mínima ilustra esa convocatoria millonaria. Hubo, esta vez, hasta asambleas espontáneas en las larguísimas filas de los baños para decidir a quién darle prioridad: ganaban las señoras más mayores, las mujeres embarazadas y las trabajadoras de los stands, que no tenían más que 5 minutos para ir y volver de su puesto. 



A las filas asamblearias se les sumaron las de siempre: para comprar libros, para aprovechar los descuentos más ventajosos -como el 50% que usan los referentes de las bibliotecas populares para llevar ejemplares nuevos a todo el país-, para pagar 360 pesos -más que el costo de una entrada de día de semana- por una bolsa de bizchochitos de grasa, para escuchar y ver y poder hacerle una pregunta al autor de cabecera, o para llevarse un libro firmado por ese autor.



Hubo récord ahí también: Shelby Mahurin, una autora estadounidense de ficción para adultos jóvenes, estampó su garabato durante más de ocho horas. Nunca había pasado algo así en la Feria. Es que los adultos jóvenes pero aún más los adolescentes son desde hace algunas ediciones -y tal vez esta sea la que consagra la tendencia- la presencia más vibrante en La Rural. Tal vez sea la edad, bulliciosa por definición; tal vez sea que deciden ir en grupo y recorrer y tirarse en el pasillo más a mano a leer y mostrar enseguida en redes sociales parte de su paseo y de sus compras; tal vez sea que, a fuerza de bookfluencers, de sagas y de animé, la literatura y los libros superan cualquier pronóstico reservado, se invente la plataforma que se invente. Pero allí están, como en las últimas ediciones antes de la pandemia, los adolescentes que se apropian cada vez más de los pabellones.



«Lo que caracterizó a esta Feria, creo, fue la enorme alegría de los reencuentros. Para la industria, es un espacio fundamental para compartir percepciones, datos y también tendencias. En ese aspecto, fue impactante ser testigo de los abrazos, las sonrisas y la emoción compartida», dice Laura Leibiker, Directora Editorial de Literatura Infantil y Juvenil para Argentina de editorial Norma / Kapelusz. Algo de esa cercanía y calidez refiere también Mariana Alonso, de editorial También el caracol, que fue parte del stand colectivo Panorámica: «Nos quedamos con el entusiasmo y la camaradería en el armado de los stands que agrupan a varias editoriales, que se mantuvo durante toda la Feria».



«Estamos muy satisfechos y muy agotados, pero extrañábamos este tipo de agotamiento. Esta es una Feria de larga tradición y costosa para las editoriales pequeñas, pero no hay que subestimarla porque sigue siendo la única Feria que convoca miles de personas que quizás, en otros momentos, no se hacen el tiempo para buscar libros», dice Julia, encargada del espacio que Fiordo editorial ocupa en ese mismo stand grupal. Tamara Grosso está a cargo del espacio de Eterna Cadencia, que integra el stand colectivo Los 7 logos: «Esto nos permite a todos estos sellos tener una presencia que no podríamos alcanzar de forma individual», destaca.

 

Una feria, muchos objetivos
¿Para qué sirven estos pasillos por los que, durante tres semanas, es posible ver a referentes de todo el arco político argentino y también a expositores vestidos de gauchos, de duendes, de gladiadores o de algún personaje de Star Wars? Para que, en un mismo lugar -aunque hay que caminar bastante, mide 41.000 metros cuadrados la Feria del Libro- sea posible conseguir los últimos libros de los autores que recibieron los premios literarios más recientes, como ocurrió en el stand de Blatt & Ríos: allí los títulos más vendidos fueron La ciudad invencible, de Fernanda Trías, que ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2021, y Detente, instante, eres tan bello, que reúne la poesía de Cristina Peri Rossi, flamante Premio Cervantes.


Sirve, también, para que los sellos más nuevos o más chicos puedan juntarse y ocupar espacio. Para que, al recorrer algunos stands, aparezcan ejemplares que le consoliden un nuevo gusto literario al lector: Sobre mi hija, un best-seller de Corea escrito por Kim Hye-jin, fue lo más vendido de Fiordo; La primavera llegó en un carro tirado por caballos, del japonés Riichi Yokomitsu, fue lo que más se vendió en También el caracol; y Gaijin, un libro también de raíz japonesa escrito Maximiliano Matayoshi, estuvo entre lo más pedido del sello Odelia. La Feria sirve para tirar de un hilito -el de la literatura oriental, por ejemplo- y caminar en busca de nuevos descubrimientos.

 

«El libro está más vivo que nunca. Se nota que hay expositores a los que les costó estar, pero por suerte la gente está gastando en libros aún en un momento en el que la economía no ayuda», describe Guido Cervetti, encargado de la distribuidora Big Sur, que concentra sellos de editoriales españolas y latinoamericanas. ¿Y si no es suficiente?, escrito por Maia Debowicz y publicado por Vinilo Editora, fue lo más vendido de ese stand.

De la mano de la masividad, las ventas
Lo de gastar en libros también se confirmó en esta 46ª edición a la que le quedan algunas horas -¿y algunas ofertas de último momento?-. Valeria Fernández Naya, directora de Marketing y Comunicación de Penguin Random House, confirma que en el stand de ese gran conglomerado editorial las ventas de ejemplares superaron a las de 2019 en un 20%, con la literatura juvenil y de ficción como punta de lanza.

 

En ese espacio en el que John Katzenbach, Mario Vargas Llosa, Claudia Piñeiro, Eduardo Sacheri y Gloria V. Casañas protagonizaron las actividades más convocantes, los autores más vendidos fueron Flor M. Salvador, J.K. Rowling, Isabel Allende, Gabriela Exilart, Cristian Alarcón y Katzenbach.
En el stand de Planeta también superaron las ventas de 2019: despacharon un 10% más de ejemplares, con las obras de Florencia Bonelli, Camila Sosa Villada, Florencia Freijo y Gabriel Rolón a la cabeza. «Antes del comienzo de la Feria nuestra incertidumbre era cómo iba a responder el público, y hasta el momento es una de las ferias más concurridas», señalaron desde la editorial.
En algunos sellos el crecimiento fue aún más grande, por la masividad de esta edición y por el crecimiento de la editorial entre 2019 y estos días:

 

«En nuestro caso, más que duplicamos las ventas en relación a 2019, aunque es importante aclarar que en estos tras años Sigilo creció muchísimo tanto en cantidad de títulos como en el reconocimiento de los lectores», dice Maximiliano Papandrea, a cargo de la editorial. Cometierra, de Dolores Reyes, y Los sorrentinos, de Virginia Higa, estuvieron entre los destacados.
Catapulta, especializada en literatura infantil, superó las ventas de 2019: empujaron tanto el público general como los bibliotecarios de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), que cada año llenan sus changuitos de libros comprados a mitad de precio durante las jornadas especiales que la Feria les dedica para federalizar (un poco, al menos) tanta oferta junta.

 

Santiago de Chile Ciudad Invitada en 2023
Se acabó el misterio. La Ciudad Invitada de Honor de la Feria del Libro 2023 es Santiago de Chile, según se informó en el acto de anuncio oficial, este sábado a las 12:30 en la Sala de Protocolo de La Rural. «Es un honor y es muy emocionante contar con una ciudad como Santiago, que promete una cooperación de alta calidad», dijo Ariel Granica, presidente de la Fundación El Libro, tras agradecer a las autoridades cubanas presentes, entre ellas el embajador Pedro Prada.
La Fundación anunció las fechas del año próximo: la 47ª edición de la Feria del Libro se realizará entre el 25 de abril y el 15 de mayo de 2023, y la capital chilena continuará el camino de La Habana, que se despide este fin de semana con gran expectativa.
Toda la atención de lectores, editores y escritores estará puesta en los nuevos protagonistas, que anticipan una presencia sumamente relevante en cuanto a actividades culturales. Sin dudas se trata de un reconocimiento a su tradición literaria pero también un puente que invita a profundizar vínculos tan relevantes, que, como señaló Andrea Gutiérrez, subsecretaria de Cultura y Artes, «ha sido demostrada con la visita del presidente Gabriel Boric. Y ustedes saben que es un gran lector».
El 2023 es un año especial en la historia del país trasandino porque se cumplen 50 años del golpe militar, que derrocó a Salvador Allende. «Hoy día, Derechos Humanos tienen que ser un diálogo cultural», dijo Gutiérrez, y agregó: «queremos que ustedes sean parte».

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