¿USTED que OPINA, DEBEMOS MUTILAR
NUESTRA LENGUA POR una CUESTIÓN POLÍTICA?
Entre las múltiples bipolarizaciones del mundo de hoy, Argentina apuesta con fuerza por el lenguaje inclusivo. Las polémicas por la legalización del aborto y las movilizaciones feministas en torno a los últimos 8 de marzo han salpicado a la lengua. Pero las propuestas en el país suramericano van más allá que en España, donde el debate ha capitalizado gran parte de las polémicas lingüísticas en los últimos años.
Si en este país se manejan opciones que afectan a la economía del
lenguaje y tratan de desdoblar, pero dentro de la norma, en Argentina la
propuesta es más radical: propone cambiar bases gramaticales sustituyendo con
la ‘e’ principalmente o incluso la 'x' los géneros masculino y femenino. Un
problema que desquicia a todes.
Caminar por Buenos Aires o
por Córdoba es toparse muy probablemente con una manifestación a favor del
aborto y otra en contra. Ese ambiente se ha extendido al lenguaje de género.
Todo empezó en este periodo con revueltas estudiantiles y entrevistas en la
televisión, comenta Juliana
Rodríguez, periodista y editora de La Voz del Interior. Natalia Mira,
una muchacha que ejercía de portavoz en el encierro del centro Pellegrini
comenzó a utilizar con una destreza asombrosamente natural la ‘e’ como solución
intermedia. Los videos fueron virales y la ruptura gramatical estalló en medio
de una onda expansiva que reivindicaba igualdad en todos los frentes.
Pero Diana Maffía,
feminista curtida, filósofa, fundadora de la Red Argentina de Género, Ciencia y
Tecnología, entre otras asociaciones, se remonta más atrás: "Ya en los
ochenta se discutía el lenguaje inclusivo referido específicamente a la
diferencia entre género marcado y no marcado. Las soluciones -como en España-
pasaban por duplicar", comenta.
En los
noventa irrumpió fuertemente un movimiento de la diversidad no binario.
"Más allá de la orientación sexual y con reclamos de identidad y derechos:
travestis e intersexuales. Las travestis sugerían el uso de la @ (tod@s) que
era resistido por no lingüístico y no pronunciable. Desde el movimiento trans e
intersex se evolucionó hacia el uso de la x (todxs) y el del asterisco *
(tod*s) para señalar la condición no fija y siempre hipotética de la asignación
de género. Mas recientemente, sobre todo entre adolescentes y jóvenes, se
extendió el uso de la vocal 'e", describe Maffía.
Juliana Rodríguez cree que
la reciente oleada estudiantil ha sido una reacción natural, no estratégica.
“La idea de quienes defienden el uso de la ‘e’ como género no marcado, para así
fijar un lenguaje inclusivo, no sólo se basa en utilizarlo como lenguaje no
sexista y escapar al binarismo del idioma, sino también marcar una postura
generacional y, también, antiacademicista”. En ese sentido también se expresó
la escritora Claudia
Piñeiro en el Congreso
Internacional de la Lengua que se celebró hasta este sábado en
Córdoba (Argentina): “A las mujeres que lo utilizan les da exactamente igual lo
que opine la Real Academia Española
(RAE). Lo hacen y ya está”.
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